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CASA con varias salidas

El futuro y la privatización de Construcciones Aeronáuticas depende de lo que ocurra con Airbus

El Gobierno está dispuesto a emprender la privatización de Construcciones Aeronáuticas (CASA), pero no tiene clara la ruta a seguir. Su futuro está condicionado por la transformación del consorcio europeo Airbus en sociedad anónima y las actividades que los socios decidan integrar en el grupo europeo.Las alternativas que baraja el Ministerio de Industria son tan diversas que CASA, empresa líder en el sector aeronáutico español, puede terminar diluida en una gran compañía europea fabricante de aviones civiles y militares o sencillamente en manos de un aliado estratégico, con el 30% del capital, y el resto en la Bolsa.

Las variables son múltiples y esa es una de las razones por las que el Gobierno ha encontrado tantas dificultades para poner un nuevo presidente a los mandos de CASA. "Buscamos un presidente con cintura", aseguraba un alto directivo de Industria una vez acordada la sustitución de Raúl Herranz.

Le ha sustituido Alberto Fernández, un buen conocedor de los entresijos de Airbus. Fernández, que no dejará la vicepresidencia del consorcio aeronáutico europeo hasta que se incorpore plenamente a CASA en septiembre, ha pasado los últimos meses bregando con franceses, británicos y alemanes en busca de acuerdos que permitan estrechar los lazos entre los socios.

Airbus necesita adoptar medidas urgentes para responder al poderío norteamericano en el sector, especialmente tras la fusión de Boeing y McDonnell Douglas, ambas de Estados Unidos.

Cualquier camino hacia la privatización de la empresa española pasa por la transformación del consorcio Airbus (formado por CASA; British Aerospace; Aerospatiale, de Francia; y Daimler-Benz Aerospace, de Alemania) en sociedad anónima. Ese cambio no está previsto que se aborde hasta finales de 1998 y llevará al menos un año culminarlo. La privatización de CASA, con una facturación de 110.034 millones de pesetas y 4.468 millones de beneficio, puede iniciarse al final de 1999.

La primera de la opciones que baraja Industria es la integración total de los socios de Airbus en una gran empresa europea de aeronáutica civil y militar. Se presenta como la mejor alternativa al creciente poderío de Estados Unidos en ambos segmentos tras las fusiones de Boeing y McDonnell y la anunciada de Lockheed con Northrop.

Con esa integración, los italianos de Alenia, que ya están en la recién creada filial militar de Airbus, podrían acceder a la matriz con pleno derecho como vienen reclamando desde hace tiempo.

Pero es casi imposible que se alcance esa solución. La mayoría de los socios tiene proyectos militares propios muy dispares e incluso en colaboración con compañías norteamericanas. El ejemplo más claro es el de British Aerospace, que tiene un acuerdo estratégico con Lockheed para el desarrollo de aviones de combate y de transporte de tropas.

Los franceses son quienes más dificultades oponen a cualquier solución. El resto de los socios estudia la integración de Airbus y el grupo Eurofighter (formado por CASA, Daimler-Benz Aerospace, British Aerospace y la italiana Alenia), que desarrolla el futuro avión de combate europeo. Pero Aerospatiale está al margen de Eurofigther porque Francia optó por sacar adelante un modelo nacional, el Rafale.

La segunda posibilidad es la integración de todas las actividades que actualmente se llevan a cabo por separado (producción, ingeniería e investigación y desarrollo) en el ámbito civil.

Si se llega a un acuerdo de estas características, Industria está dispuesto a intercambiar un 30% de las acciones de CASA por un 4,3% de Airbus, porcentaje equivalente al que la compañía española tiene actualmente en el grupo europeo.

Y si alguno de los otros socios (Aeróspatiale, British Aerospace o Daimler-Benz Aerospace) impide que esa unificación se llevo a cabo, CASA buscará otros socios estratégicos para encontrar juntos fórmulas de supervivencia. Si es así, Airbus se mantendría como una pequeña parte en la estructura de CASA, que podrían mantener sus propios planes civiles y militares. Lo mismo ocurriría en el resto de los socios.

La solución sería entonces la creación de una filial dedicada a las actividades de Airbus, y la entrada de un socio en la matriz de CASA. Ese socio podría ser la propia Airbus SA en su configuración final, DASA o British Aerospace.

La francesa Aerospatiale es la más remisa a ceder a la nueva Airbus todos sus activos. Los franceses, que aún no renuncian a liderar una alternativa nacional al poder de Estados Unidos en el sector, quieren ceder al consorcio europeo sólo las áreas de producción dedicadas enteramente a Airbus.

Su actitud choca con la defendida por Daimler-Benz y, cada vez en menor medida, por British Aerospace. Los británicos están impacientes y quieren una decisión rápida respecto a Airbus. Cotizan en Bolsa y los accionistas no entienden de componendas políticas cuando la empresa tiene la oportunidad de ir a más con los estadounidenses de Lockheed.

Para CASA, este último es un escenario poco aconsejable en el que los responsables de Industria ven muy pocas ventajas para el conjunto de la aeronáutica europea. Y eso que CASA exhibe la estructura más equilibrada para hacer frente al nuevo escenario de competencia. Un 44% de sus ingresos los genera la actividad militar y un 56%, la civil. Pese al equilibrio, con su dimensión es impensable el desarrollo, al margen de un gran grupo.

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