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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

El fracaso de HB

Si HERRI Batasuna pretendía demostrar su fuerza en la calle para reafirmar la moral de sus propios afiliados, su manifestación de ayer no lo consiguió; quedó patente que su capacidad de convocatoria es ridículamente inferior en relación con cualquiera ¿le las manifestaciones producidas en Euskadi para repudiar el asesinato de Miguel Ángel Blanco. Si quería oponer su voz al grito unánime contra el crimen y el terror que la sociedad -en el País Vasco y en el resto de España- lanzó dos semanas atrás, también ha fracasado; y si soñaba con articular una respuesta política coherente enfrentada a la que ya han expuesto los partidos democráticos en el acuerdo de Ajuria Enea, que incluye el aislamiento político de la coalición por su complicidad con los crímenes de ETA, la verdad es que los manifestantes de San Sebastián, con la dirección de HB a la cabeza, tampoco tuvieron éxito. El punto fuerte de HB no son las manifestaciones, sino la algarada callejera y la violencia.El triple fracaso de HB ayer en San Sebastián no es casual. Nace, por supuesto, del rechazo de la sociedad que repudia los métodos criminales y a quienes los justifican. HB y el entorno político de ETA permanecen enquistados en el inmovilismo terrible de sus consignas; su capacidad de elaboración política nunca ha superado la fase del grito de guerra. El de ayer fue un nuevo ejemplo. La convocatoria tenía como lema "Por una salida política para el País Vasco ahora". Pero la manifestación terminó coreando -como siempre- los gritos rituales a favor de ETA. Si se invocan públicamente el crimen y el terror, no es posible sostener al mismo tiempo que se defiende de buena fe una negociación política, cualquiera que ésta sea, para el País Vasco. La dirección de HB no ha podido resolver esta contradicción tan primaria, ni podrá mientras no renuncie a actuar como brazo político de ETA.

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La manifestación de ayer y su impúdica exhibición de complacencia con la violencia como método ratifica con crudeza la prescripción de aislamiento político que impusieron los partidos democráticos, alentados por las manifestaciones populares de hace dos semanas, en el acuerdo de Ajuria Enea. Aunque es cierto que la presión psicológica y política no ha terminado nunca con un movimiento terrorista, hoy y ahora es la única respuesta digna que los partidos que respetan las reglas democráticas de convivencia pueden dar a quienes intentan destruirlas a sangre y fuego.

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Además, en las trincheras de la guerra contra el terrorismo, la unidad y la coordinación de actuaciones resulta de vital importancia para bloquear la iniciativa de ETA y HB. A este respecto, dos semanas después de las manifestaciones contra ETA y sus servidores políticos que conmovieron España, el comportamiento de los partidos democráticos ofrece ya abundante materia de reflexión. La primera y evidente es que una vez que se ha templado la hoguera de la emotividad ciudadana, la logomaquia política vuela por donde solía. Las distinciones sutiles sobre los límites del "aislamiento político" que se hacen desde algunos medios indican muy claramente la pereza o simple renuencia a iniciar una tarea política tenaz, arriesgada y de muy poco lucimiento.

Julio Anguita y la dirección de Ezker Batua (Izquierda Unida) se han llevado la palma en esta fútil discusión sobre galgos o podencos. Cuando todos los partidos democráticos amonestaron a los concejales que se sumaron al comunicado de HB sobre el ex etarra que se suicidó en la cárcel de Albacete, Julio Anguita dio en disculpar y casi en felicitar a sus ediles que se habían unido a tal incongruencia. Anguita no sólo no ha rectificado su posición, sino que se ha convertido en el paladín más significado del acercamiento de los presos de ETA -una inoportunidad escandalosa que, sin duda, será aprovechada por HB- y defensor de la tesis de que de la reunión de Ajuria Enea no cabe deducir el aislamiento político de HB. Anguita desprecia las evidencias: el acuerdo de Ajuria Enea incluía taxativamente el aislamiento político de HB mientras no condene la violencia, incluso cuando presente demandas legítimas. La inconsecuencia de Anguita, ya demostrada en las relaciones que impone en su propio partido o en sus sumisas relaciones con el PP, puede terminar creando una fisura en la unidad antiterrorista, de la que sin duda sacará provecho HB.

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