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Los funcionarios judiciales no fichan porque los relojes llevan un año rotos

Los relojes de control horario que instaló hace dos años el Ministerio de Justicia en los juzgados de Madrid -en los que invirtió algo más de cuarenta millones de pesetas- o no funcionan o casi nadie los utiliza. Se instalaron para controlar el horario laboral de los funcionarios e incluso de los secretarios judiciales, pero estos últimos se negaron a someterse a ese control alegando que eran ellos los que lo controlaban.

Ni unos ni otros -salvo excepciones- fichan. En la puerta principal de los juzgados de la plaza de Castilla -donde trabajan más de 2.000 funcionarios- hay cinco relojes que desde hace un año apenas nadie utiliza; entre otras cosas, porque "la mitad no funcionan", según reconoció la semana pasada a este periódico el juez decano de Madrid, Fernando Fernández.La iniciativa de colocar controles horarios se gestó durante la etapa de la anterior juez decana, Manuela Carmena (hoy vocal del Consejo General del Poder Judicial), quien se encontró con una fuerte contestación entre los funcionarios, sobre todo entre los secretarios de los juzgados.

Pese a la fuerte oposición, y conscientes de que estaban obligados a ello desde el ministerio, los funcionarios cumplieron la orden durante bastantes meses. Un empleado de la gerencia territorial del Ministerio de Justicia se encargaba todos los meses de inspeccionar los relojes y anotar los incumplimientos. En esa época, según fuentes jurídicas, se observaron no pocos casos de pillería: funcionarios que se ponían de acuerdo con otros compañeros y fichaban unos por otros.

Sorprendidos en flagrante

Desde el decanato -entonces regido por la juez Carmena- se dio orden a los vigilantes de seguridad de los juzgados de que identificasen a los funcionarios que incurrieran en estas prácticas. La juez Carmena llamó la atención a algunos agentes judiciales sorprendidos en flagrante por los guardias cuando fichaban por varios compañeros. Con la llegada del Gobierno del PP y el posterior cambio en el decanato, los relojes quedaron en un segundo plano y recobró fuerza el antiguo método de control, a cargo de los secretarios. Éstos elaboraban un parte diario sobre el cumplimiento de horarios. "El problema es que muchos secretarios tampoco cumplen su horario; consecuentemente, no están en condiciones de exigir a los funcionarios que lo cumplan", dice una fuente judicial que vivió la contestación inicial a los relojes.El pasado 4 de julio se publicó una instrucción en el Boletín Oficial del Estado -remitida ya al decanato y al resto de los juzgados de Madrid- en la que se recuerda a todos los funcionarios que tienen obligación de fichar la entrada y salida de su jornada laboral. Pero antes Justicia tendrá que reparar los relojes averiados.

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