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Tribuna
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Que no les salga gratis

ETA ha creado un nuevo monstruo, una síntesis superadora de su maldad. Todo el cruel sadismo del secuestro y toda la fatalidad irreversible de la muerte, así es ese nuevo trufado del terror que el grupo terrorista ha arrojado contra la manifestación más multitudinaria de la historia de Euskadi.Han devuelto el golpe sufrido por la liberación de Ortega Lara, pero los violentos están ahora 20, 30, 40 peldaños por debajo de la posición que ocupaban antes de secuestrar -torturar- y disparar en la cabeza a Miguel Ángel Blanco Garrido, un joven concejal que tenía siete años cuando murió Franco y que desde entonces no ha conocido otra dictadura que la de ETA.

Hasta aquí hemos llegado. Se acabó. Este atentado rebozado de sadismo debe marcar el puntofinal de esta banda de criminales.

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Los demócratas debemos sacar enseñanzas de este crimen.

Nunca más movimientos de acercamiento a los violentos, nunca más puentes de diálogo, manos tendidas ni otras zarandajas que rompen consensos difícilmente conseguidos y engordan a la bestia que ha atentado contra Miguel.

Nunca más reuniones, conversaciones, comunicados... Iniciativas compartidas con quienes tienen las manos manchadas de sangre y pueden manchar las nuestras si se las estrechamos.

Nunca más neutralidades, equidistancias aparentes que después de 800 muertos, 79 secuestros y 30 años de dictadura sólo engordan a la mafia.

Nunca más al miedo, ni al silencio, ni al mirar para otro lado, ni al encogerse de hombros. Los presos encarcelados por asesinar a personas como Miguel deben cumplir sus penas en la cárcel, su cercanía o lejanía del lugar en que le han asesinado no puede marcar la agenda política vasca. Las víctimas son las únicas protagonistas de esta pesadilla.

El sindicato ELA, que mantiene un acuerdo con LAB, sindicato de los criminales, debe romper ya ese acuerdo.

El clero vasco debe decir a gritos ¡basta ya! y cumplir a rajatabla el quinto mandamiento.

Los jueces deben encarcelar ya a los dos individuos de Herri Batasuna que anunciaron la resaca del crimen de Miguel Ángel después del golpe de la liberación de Ortega Lara.

Los medios de comunicación que aún no lo han hecho deben romper cualquier vínculo con los violentos y ser beligerantes por la paz.

Los partidos democráticos deben hacer el vacío a los violentos y liderar la masiva voluntad expresada ayer en Bilbao. Cientos de miles de vascos que gritaban "¡libertad!, ¡libertad!, ¡libertad!", como si de una manifestación contra la dictadura se tratase.

Escribo estas líneas entre lágrimas, como otros miles de vascos. Hoy hay ansias de venganza en Euskadi. Que esas lágrimas, que esos deseos se canalicen democráticamente, que el paso del tiempo no los sepulte y que esta muerte no les salga gratis a los violentos.

José María Calleja es periodista.

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