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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Satisfacción

Son continuas las quejas que manifestamos los ciudadanos de a pie con relación a todo lo que nos disgusta, que no pocas cosas son. Normalmente, nos falta tiempo para lamentamos y poner de relieve nuestro malestar, ora a nuestros familiares, ora a nuestros compañeros y compañeras de trabajo, o bien de forma pública mediante el envío de una carta abierta a la Redacción de un periódico. Buena parte de esas quejas están relacionadas con la poca adecuación existente entre los sacrificios que, desde un punto de vista económico, se exigen al ciudadano y las pocas o escasas, contraprestaciones que dicho ciudadano cree percibir, a cambio, por parte de la Administración. Y si bien es lícito lamentarse de lo que creemos en contra o adverso, justo es solazarse cuando algo, por el contrario, resulta satisfactorio.Hace unos días se produjo una de esas circunstancias ante las que uno no debe permanecer en silencio, dada la importancia de la misma y la escasez con la que se producen las noticias buenas de verdad. La liberación de José Antonio Ortega Lara constituye motivo de satisfacción más que sobrado, no sólo por lo que supone su reintegración a la libertad de la que nunca jamás debió privársele (desde aquí, y aunque no te conozco, te envío, José Antonio, un fuerte abrazo por la entereza que has demostrado, y mi admiración sin paliativos), sino también por que uno comprueba que, aunque muchas veces nos quejamos, el Estado está ahí, vigilante, para protegemos en casos como éste. La infraestructura informativa, tele mática, investigativa, policial, etcétera, supone un coste, y cuando uno comprueba, como en el caso que nos ocupa, que todo ello no es en vano, no podemos sino sentir nos satisfechos y dar todo por bien empleado.

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Satisfacción

Desde aquí quiero manifestar mi inmensa y genuina alegría por el desenlace de este lamentable secuestro, ni más ni menos que como todos lo son, y felicitar de forma singular a los policías y guardias civiles que de forma callada y admirable, y mal comprendidos casi siempre, viven una vida arriesgada para que los demás podamos sentirnos tranquilos y protegidos.

Felicidades, José Antonio; felicidades, policías y guardias civiles, y gracias por estar ahí, en silencio-

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