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Rato advierte de que la UE no puede sacrificar los fondos de cohesión en favor de la austeridad

"Hacer unos presupuestos austeros no quiere decir que se incumplan las leyes. La cohesión social está en los Tratados". Así de claro fue ayer el vicepresidente segundo, Rodrigo, Rato, ante sus colegas del consejo de ministros europeos de Economía y Finanzas (Ecofin). El Ecofin vivió ayer las primeras escaramuzas entre los países ricos, partidarios de mantener los actuales límites en las aportaciones de los Estados al presupuesto comunitario, y los países pobres, que exigen que ni siquiera en nombre de la austeridad se viole el acervo comunitario en materia de fondos estructurales.

Austeridad es la palabra de moda en Bruselas. Todos la defienden, pero unos más que otros. España dejó claro que está de acuerdo en que las cuentas comunitarias sean lo más austeras posibles, pero respetando un derecho que se considera sagrado: los recursos que se transfieren desde el norte hacia el sur en nombre de la cohesión social. Rato lo dijo varias veces ayer ante sus colegas: "Para España, el equilibrio entre lo macroeconómico y la cohesión social configura la esencia del proceso de integración europea, económica y social, y ambos factores tienen que tenerse en cuenta en el futuro". "España defiende la austeridad, pero también el cumplimiento de los Tratados" en materia de políticas de cohesión, precisó.Esa cohesión se ve amenazada hoy en tres frentes distintos: los presupuestos de 1998, las aportaciones de los Estados a los presupuestos del septenio 2000-2006 (las llamadas Perspectivas Financieras o paquete Santer) y la subsistencia del Fondo de Cohesión para los países que se hayan integrado en el euro.

División

La Unión está dividida en estas discusiones entre ricos y pobres. Incluso la Comisión Europea refleja esa fractura. Sólo los llamados comisarios de la cohesión (los españoles Marcelino Oreja y Manuel Marín, el portugués Joao de Deus Pinheiro y el griego Christos Papoutsis), con la ocasional ayuda de dos comisarios que suelen ir bastante por libre (el belga Karel van Miert y la italiana Emma Bonino) defienden que se financie la futura ampliación al Este de Europa con fondos adicionales si se demuestra que es necesario.El resto de comisarios europeos defiende que se mantengan entre el año 2000 y el 2006 las aportaciones económicas actuales y sostienen que los gastos suplementarios por la ampliación se obtengan recortando las ayudas a la agricultura y el Fondo de Cohesión y repartiendo entre los nuevos socios de la UE y los actuales las dotaciones ya existentes en materia de fondos estructurales.

Las llamadas a la austeridad fueron lideradas ayer por el ministro alemán de Finanzas, Theo Waigel. En el almuerzo, Waigel defendió ante sus colegas la necesidad de congelar el Presupuesto de la Unión Europea para 1998. A su juicio, es absurdo aportar ahora un dinero que se sabe que no se va a gastar y que no volverá a las arcas nacionales hasta el cabo de dos años. La tesis alemana es que hay que respetar los compromisos pero reducir el gasto.

El ministro español de Economía y Finanzas no opina como su colega alemán. "El anteproyecto de presupuestos de la Comisión Europea combina equilibrio macroeconómico y cohesión y es más restrictivo que el conjunto de presupuestos de los Estados miembros", afirmó.

España, que en el almuerzo recibió un claro apoyo de Portugal y de Italia, se opone así a la intención de algunos países de recortar la propuesta de Bruselas y aprobar unas cuentas con crecimiento cero para el ejercicio del año 1998.

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