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LA MONUMENTAL

Inválidos y mulos

Dicen que la ganadería de Valdefresno suele dar buen resultado, ofrece garantías. Pues, por lo visto en esta corrida, me río yo de estas garantías. No puede dar peor resultado un encierro, cargándose un cartel de figuras, que parecen ir muy desorientadas a la hora de acertar en la petición del ganado a lidiar.De Valdefresno sólo se pudieron lidiar tres, porque dos fueron a los corrales, el segundo por inválido y el sexto por romperse un cuerno por la cepa y conmocionarse fuertemente al estrellarse de salida contra un burladero. Pero da lo mismo. Los de Martín Arranz estuvieron cortados por el mismo patrón y sólo hubo algún atisbo de nobleza y toreabilidad en el de Concha Navarro. El espectáculo, en su conjunto y a pesar de la voluntad de los toreros, resultó bochornoso, y no se puede jugar con el público de esta manera, porque tardes como ésta son las que acaban alejando a los públicos de los cosos.

Valdefresno / Litri, Ponce, Jesulín

Tres toros de Valdefresno, dos (3º y 6º) de Enrique Martín Arranz y uno (2º) de Concha Navarro, en general bien presentados, pero mansos, sin fuerza y de pésimo juego. Litri, silencio y ovación. Enrique Ponce, oreja y silencio. Jesulín de Ubrique, silencio y silencio. Plaza Monumental. Barcelona, 6 de julio.

Litri se enfrentó con un lote imposible, compuesto por dos boyandones de 607 y 600 kilos respectivamente. El primero se ahogó en esos kilos y además salió baldado del primer encuentro con el picador. El torero se paseó con la muleta alrededor de una estatua. El cuarto tuvo fuerza y mucho peligro, haciendo hilo en banderillas, que debieron haber sido negras, porque no se dejó picar. Aquí Litri hizo un esfuerzo y le sacó, con mucho valor, algunos muletazos de mérito, que el sufrido público supo agradecer.

Enrique Ponce estuvo algo ligero con su primero, no obligándolo mucho para que no se cayese. La faena cobró algo de hondura hacia el final y como mató de pinchazo y estocada le dieron una oreja, que no es lo mismo que cortarla. El quinto reunió en un solo ejemplar todos los defectos de la corrida. Ponce se desilusionó pronto y, por lo menos, fue breve.

El tercero, de salida, huía de su sombra. Jesulín de Ubrique comenzó su muleteo llevando y templando la embestida de su noblote, pero también inválido, oponente. Al final, nada. El público acabó encrespándose con el accidente que inutilizó al sexto y es que ya llevaba aguantando muchos desaguisados. El sobrero tampoco arregló las cosas y Jesulín , después de breves intentos, acabó con esta desgraciada corrida de un bajonazo y dos descabellos.

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