Broche de oro

El festival Mozart se despidió de Madrid con la Sinfonía. de los adioses de Haydn. Una atronadora e interminable ovación refrendó la conquista del silencio -de un escenario vacío- de músicos y -rebosante de memoria musical. Diez años son muchos años para, olvidarlos de un plumazo.Christian Zacharias tiene la música metida en los poros de la piel. El público de Madrid le adora, después,de sus Scarlatti o su inolvidable. integral de Ias sonatas de Schubert. Pocos intérpretes vivos reciben, una acogida semejante: Pollini, Barenboim, Mehta, tal vez Abbado.

Zacharias se presentaba en España como director de orquesta, una actividad que practica desde 1993. En Madrid se movió con espíritu extrovertido, consiguiendo un estupendo sonido de la orquesta Ciudad de Granada. Sus versiones poseían una vitalidad contagiosa. Zacharias no tiene una dinámica gestual atractivá, pero tiene unos resultados muy acordes con sus búsquedas.

Un mozart ejemplar

Sus dos sinfonías de Joseph Haydn, nada fáciles, discurrieron entre la transparencia y el juego.. Sus mozart desde el teclado, con una compenetración de ensueño con la pianista M. L. Heinrichs, fueron vividos en los dos intérpretes con el mismo concepto y proyectando una flexibilidad ejemplar en el sonido, en el fraseo y en la correspondencia , con la orquesta. Era una sensibilidad que no renunciaba a la cuidada construcción arquitectónica,Terminó así, con alegría. desbordante y clima de emotividad, el Festival Mozart. No faltaron lágrimas en algunos espectadores, ni la tristeza por lo absurdo de la pérdida en otros.Pero todo fue vivido sin dramas ni nostalgias: la música de Mozart es demasiado grande, Zacharias es un intérprete excepcional y la vida da, muchas vueltas.