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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

El tren de Amsterdam

Con indignación apenas contenida, leo en su periódico la información sobre la cumbre europea de Amsterdam y constato cómo Europa parece alejarse cada vez más de los ciudadanos. Los acuerdos del Consejo Europeo vienen a reafirmar lo que muchos temíamos: los jefes de Estado y de Gobierno no consideran prioritario que los ciudadanos participen activamente en la toma de decisiones.Muchos de los acuerdos alcanzados sólo responden a la necesidad de salvar la cara de algunos líderes europeos, el caso de Lionel Jospin con el capítulo sobre el empleo, o el de José María Aznar con el tema del asilo. Otros acuerdos sólo son amables concesiones a los distintos lobbies europeos. Entre éstos se encuentran las modificaciones en materia de medio ambiente y derechos de los animales, la nueva cláusula de igualdad entre hombres y mujeres, el reconocimiento de la libertad sexual o la declaración sobre no discriminación de minusválidos. Todas estas consideraciones están muy bien, pero la pregunta es la siguiente: ¿es ésta la forma de construir la Europa de los ciudadanos de la que tanto se habla pero tan poco se hace? ¿Qué legitimidad popular tienen estos acuerdos, algunos de los cuales son de enorme trascendencia como el Pacto de Estabilidad? ¿Qué papel ha jugado la ciudadanía en estas reformas?

Desde mi punto de vista, el objetivo de acercar Europa a los ciudadanos requiere la instauración de mecanismos de participación transnacionales como el referéndum y la iniciativa legislativa popular. Europa necesita darse un baño de democracia para afrontar los desafíos del futuro. Esta seudorreforma será puesta en entredicho en muy poco tiempo, ya que la profundización de la construcción europea pasa ineludiblemente por el desarrollo de derechos que afectan al concepto de soberanía popular. Esto hace prácticamente imposible continuar con procedimientos intergubemamentales en donde cada Estado se preocupa de defender sus propios intereses suponiendo que coinciden con los de sus propios nacionales. Si no se adoptan reformas de este tipo, me temo que la ciudadanía verá pasar el tren de Amsterdam a toda velocidad y apenas tendrá tiempo de decir: au revoir, Europa.-

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