Modestos Voluntariosos

No es que esta plaza sea muy rigurosa en la observación de lo preceptuado, pero ayer ya se sobrepasaron los límites de lo tolerable. En primer lugar, se sustituyó a uno de los matadores, lesionado hace varios días, y no se colocó el preceptivo aviso en ningún lado. Luego, los dos hierros lidiados parece que son del mismo propietario, pero su anuncio se hizo en formas distintas: una en los carteles y el tablón en la meseta de toriles y otra en la tablilla oficial que se coloca en los pasillos de la plaza, creando una particular confusión. Aquí cada uno puede tener los hierros que le venga en gana y decir aquello tan manido de que todo es lo mismo, pero que se anuncien como es debido.A la espera del intenso julio taurino barcelonés, éste era el segundo de los carteles modestos de aperitivo para los platos fuertes que se avecinan y, claro, acudió muy poco público. Los espadas se mostraron plenos de voluntad, con mayor o menor acierto , pero se tropezaron con un encierro que no d".0 casi nunca facilidades y que requería una mayor puesta a punto. No obstante, cabe decir en favor de estos diestros modestos, que estuvieron más que dignos con la espada, con brevedad, eficacia y algunas estocadas excelentes, ejecutadas con valor y buen estilo. En total, a lo largo de la, tarde, dos pinchazos, seis. estocadas y diez

Algo descompuesto

El primero de la- tarde, con la cara alta, reservón y algo descompuesto, no permitió a Mondéjar más que mostrar voluntad y aguante por el pitón izquierdo. El cuarto fue protestado por su invalidez y, además, era muy desigual de cuena. Mondéjar estuvo decidido, aseado y profesional, intentando justificarse.. Hizo un infructuoso esfuerzo, que el público no le tuvo muy en cuenta, debido a la poca fuerza del astado.Al segundo se le dieron multitud de inútiles capotazos y Rodolfo Pascual, que sustituía a César Pérez, toreó rápido, dando muchas voces y con posturas que no correspondían a la realidad del muleteo. Lo mató pronto y con buen estilo y la salida al tercio fue por su cuenta. El quinto fue un toraco, que dio bastantes cabezazos y Pascual se movió mucho y se colocó casi siempre al hilo. Volvió a entrar bien a matar.

Víctor Manuel Blázquez mostró una gran voluntad. En los dos consiguió algunos lances sueltos excelentes y los banderilleó discretamente. El tercero también tuvo poca fuerza y acabó venciéndose peligrosamente. Grandes deseos del valenciano y una excelente estocada, entrando con lentitud.

El cinqueño sexto fue el mejor del encierro, con la embestida más franca y mayor movilidad, aunque nunca humillase. Blázquez alcanzó momentos de lucimiento, especialmente con la muleta en la zurda, en una faena de total entrega, pero perdió el trofeo porque, después de pinchazo y estocada, necesitó de cuatro, descabellos para finiquitar el trámite. Una oportunidad aprovechada, pero sin remate, final, debido a la poca fortuna con el verduguillo.