"Los de China estarán más contentos que nosotros"
Será como cualquier otro día. Veremos los fuegos artificiales por la tele, en casa, con la familia. La mayoría de nuestros amigos hará exactamente igual".La descripción de Paul Chan de cómo él y su mujer Elaine piensan pasar la histórica noche del traspaso de Hong Kong dentro de cuatro días es pesismista, por decirlo de alguna manera. La televisión y la prensa están repletas de emoción, pero Paul y Elaine no. Y no son los únicos.
En muchos aspectos, ellos son típicos hongkoneses modernos. El negocio de Paul es muy hongkonés: está basado en el pragmatismo, el dinero y el espacio. Paul construye cementerios en China, y vende parcelas a los hongkonenses que quieren que sus cuerpos o los de sus parientes queden enterrados durante bastante tiempo. Hong Kong no tiene espacio y saca a sus muertos de la tierra después de sólo siete años. China, entretanto, está feliz de hacer negocio al suministrar camposantos. Elaine es secretaria en un hospital. Viven con sus dos hijos en un piso pequeño en el distrito central de Wan Chi.
Tanto Paul como Elaine expresan primero un entusiasmo obligado cuando hablan del traspaso. "Será un día especial para todos aquí y en China", insiste Paul. El y su familia seguramente prosperarán como resultado de los cambios. Y todos los habitantes están de acuerdo al menos en una cosa: es bueno que Hong Kong ya no vaya a ser colonia de un poder europeo.
Pero Paul también lanza una advertencia. "Los de China estarán mucho más contentos que los de aquí. Es demasiado pronto. Si pudiera ser dentro de 50 años, mejor. La política de China no es lo suficientemente buena". Elaine comparte sus preocupaciones. "Al ser china, debería de estar contenta. Pero como nací en Hong Kong, sólo es glorioso para los de China. Muchos factores me hacen sentir insegura. Son demasiado corruptos. No hay libertad de expresión. La prensa nunca dice cosas malas, sólo buenas".
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