La sonrisa de Obiang
POR PROFUNDA que haya sido la conspiración que pudiera haber tramado el opositor Severo Moto contra Teodoro Obiang, el Gobierno español no debe olvidar que está ante un régimen dictatorial. Puede democratizarse, y sería deseable que lo hiciera. Pero de momento es una dictadura. Y buscar un acomodo con el dictador no puede hacerse al precio de revisar el asilo concedido por España a Moto, tras rescatarlo en 1995 de una condena en Malabo. Menos aún cuando la supuesta participación de Moto en una intentona golpista a mediados del mes pasado para acabar con el régimen de Obiang está envuelta en la confusión. Angola no ha planteado cargos, a pesar de que se supone que los supuestos conspiradores intentaron actuar desde ese territorio.El presidente del Gobierno, José María Aznar, se ha ofrecido a abrir, a la luz de esa supuesta conspiración, un expediente de revocación del estatuto de asilado del que disfruta Severo Moto en España, aunque tal paso no lleve necesariamente a la pérdida de la condición de refugiado para el líder opositor. Aznar, que se ha reunido con Obiang en Nueva York con ocasión de la Cumbre de la Tierra, ha tenido este gesto, que se enmarca en la búsqueda de una mejora de las relaciones entre Madrid y Malabo.
El Gobierno cree percibir avances hacia una transición democrática del régimen guineano. No parece, sin embargo, que los pactos firmados en abril entre el Gobierno y la oposición de Guinea sean suficientes para desembocar el próximo año en unas elecciones verdaderamente democráticas que legitimen la reanudación de los anteriores niveles de cooperación de España con Guinea. Aznar debería esperar, por ello, antes de plantearse un viaje a esas tierras.
En todo caso, es relativamente normal que la oposición a una dictadura intente cambiar la situación en su país, incluso aunque el estatuto de asilado político lo impida formalmente. ¿Acaso hay que recordar la historia, no tan lejana, del exilio español antifranquista? Cuando España se ha esforzado por reclamar en la UE la limitación del asilo para ciudadanos de los Estados miembros, no es conveniente poner en cuestión el asilo concedido a perseguidos políticos de terceros países, so pena de perder credibilidad. La manera como el Gobierno enfoca su apoyo a Obiang desvela, además, un doble rasero. Contra la dictadura cubana apoya a opositores a Castro cuya única finalidad es derrocar al régimen. Obiang debe estar sonriendo.
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