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El Banco de España mantiene el precio del dinero como signo de inquietud por las subidas de salarios

Victoria Carvajal

La Bolsa y los bonos españoles superaron con tranquilidad. ayer una sesión llena, en principio, de malos augurios. La caída de la Bolsa de Nueva York un 2,47% la noche anterior -por la amenaza de Japón de vender sus bonos estadounidenses para comprar oro- y el mantenimiento del precio del dinero por parte del Banco de España, asustaron sólo temporalmente a los inversores. El desmentido de Tokio y la buena lectura que se dio a la decisión de la autoridad monetaria, que refleja su inquietud por el efecto de los salarios en la inflación, permitieron restablecer la calma.

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La 'revancha' japonesa

La rentabilidad de los bonos cerró casi en mínimos históricos y la Bolsa de Madrid perdió sólo un 0,05%. Wall Street abrió con un avance de más de 80 puntos y cerró en 7.758,06 puntos, con una ganancia de 153,80, las tres cuartas partes de la brusca caída del día anterior.Las entidades financieras españolas que pidieron ayer financiación al Banco de España en la subasta de certificados de depósito que se celebra cada 10 días apostaban claramente por una rebaja de un cuarto de punto en los tipos de interés oficiales. El 55% de los 3,383 billones solicitados al banco central ofrecían un tipo de interés del 5% y se quedaron fuera. La autoridad monetaria adjudicó 1,527 billones a un interés del 5,25%.

La lectura de esta decisión fue básicamente positiva. "Es un pequeño toque de atención al mercado", señala Alfredo Urrutia, economista jefe de Societé Générale. "Con esta medida el Banco de España quiere demostrar su preocupación por la evolución de los salarios", añade, "y advertir contra la euforia".

Aunque la inflación se situó en mayo en una tasa mínima histórica del 1,5%, los expertos advierten que los efectos coyunturales que han ayudado a su corrección -el menor crecimiento de los precios de los alimentos y la energía- se están agotando y que es de esperar un repunte en lo que queda de año. De hecho, uno de los componentes de este índice, los precios de los servicios, que reflejan rápidamente las subidas salariales, muestra una clara resistencia a la baja.

El mercado de deuda, muy influido por las expectativas de inflación, acogió positivamente la prudencia del Banco de España. Animada también por la favorable evolución de Italia, la rentabilidad del bono español a 10 años, referencia de los préstamos privados a largo plazo y de la financiación del Tesoro, cayó al 6,33%, frente al 6,39% del día anterior. Su diferencial con Alemania, que mide la prima de riesgo que debe pagar España para atraer el ahorro exterior, se redujo ligeramente, de 0,66 a 0,64 puntos porcentuales.

La decepción que provocó la decisión del Banco de España en la Bolsa de Madrid fue pronto superada, gracias a la recuperación de la mayoría de las bolsas europeas después de que Tokio matizara las declaraciones que el día anterior provocaron la brusca caída en Wall Street.

Aviso Japonés

Pese a que la amenaza de Japón de liquidar sus bonos estadounidenses para comprar oro es técnicamente inviable a corto plazo -no hay dinero para comprar toda la deuda norteamericana que tiene Japón-, ésta ha servido para llamar la atención sobre la fortaleza de este país en las finanzas internacionales, informa Parece que sólo ha sido eso, un aviso sobre la capacidad para afectar los mercados financieros de un país que ha tenido un papel secundario en la reciente cumbre del Grupo de los Siete Estados más industrializados del mundo en Denver (Colorado) la semana pasada.

Los mercados europeos reaccionaron con calma y sólo España pagó las consecuencias del efecto combinado de una subida muy rápida y de la repetición de sus tipos de interés. Londres ganó un 0,05%, París el 0,81% y Francfort el 0,02%. El índice general de Madrid bajó un 0,05%, después de una apertura en la que llegó a retroceder el 1,44%.

La existencia de dinero abundante y ocioso en el sistema financiero español es la única explicación que aportaban los analistas a ésta recuperación del mercado de valores, después de que los tipos de interés se mantuvieran invariables.

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