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Los recuerdos de la Sierra

Una exposición en El Escorial muestra la vida del siglo XVI en los montes de Guadarrama

Durante siglos, los leñadores de la sierra de Guadarrama subían de dos en dos montaña arriba. En invierno, caminaban envueltos en mantas para protegerse de las ventiscas. Uno de ellos llevaba, enrollado a la espalda, el tronzador (sierra alargada fabricada con un metal flexible y con un asa a cada lado). Buscaban los grandes pinos en las entrañas de la montaña. Elegían uno y lo cortaban. Luego lo despedazaban en travesaños cortos que cargaban a lomos del borrico para transportarlos ladera abajo hasta el pueblo.La exposición El Escorial en el Recuerdo revive esa imagen y otras muchas de la vida cotidiana en la montaña madrileña desde el siglo XVI hasta principios del siglo XX. Hay herramientas de todo tipo que reflejan cómo el hombre aprovechaba los recursos naturales para subsistir en la montaña. "Hemos ido de puerta en puerta por toda la sierra recolectando los objetos con los que se ha construido la historia de la sierra", explica Gabriel Muñiz, quien, junto al historiador escurialense Gregorio Sánchez Meco, ha organizado la exposición. "Pretendemos que lo expuesto revuelva la memoria de la gente", explica Muñiz. Y lo han logrado: una señora recorría la exposición y, al ver una vieja chaqueta de cuero colgada en el cabecero de una cama -en la reproducción de una habitación de principios de siglo-, rompió a llorar. La imagen le recordó su viejo hogar de la infancia, cuando su padre llegaba del trabajo y colgaba la chaqueta de la misma manera.

Dionisia Arcones, de 7:3 años, explicaba la semana pasada a unos jóvenes cómo se segaba con una hoz. Les decía: "En mi casa éramos ocho hermanos y mi madre sólo nos enseñó a echar una firma y a leer malamente. Pero yo todo esto (señalaba los utensilios del campo) lo conozco bien porque lo he trabajado desde niña", explicó. Los jóvenes la miraban atónitos, como si la mujer perteneciera a otro mundo, ya desaparecido. "Esa vida debía ser muy dura. Tenían las manos llenas de callos y les debían doler los riñones", comentó Adrián Mera, (13 años) que estudia octavo de E.G.B.

En el siglo, XVI, cuando Felipe II comenzó la obra del monasterio, El Escorial se convirtió en el punto de encuentro de los serranos de la comarca: bajaban de las montañas segovianas, madrileñas y abulenses. Cada uno traía su propia mercancía: los pastores, quesos de oveja; los artesanos, abarcas de cuero de vaca; los herreros, hoces y tijeras para rapar ovejas. La gente sencilla no usaba monedas, obtenía los artilugios que necesitaba por el sistema del trueque.

El Escorial en el Recuerdo. Hasta el día 25 de junio en la Casa de la Chimenea, calle de San Lorenzo. El Escorial.

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