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18 muertos y decenas de miles de damnificados por los temporales en Chile

En pocos días, la zona central de Chile ha pasado de sufrir una de las sequías más intensas de las últimas décadas, que por la escasez de agua en los embalses obligó incluso a reducir la electricidad de consumo doméstico, a dos semanas de lluvias con inundaciones que hasta ayer habían producido 18 muertos, 45.000 damnificados, 8.000 personas refugiadas en escuelas, caminos y puentes cortados, miles de casas dañadas, torrentes que han aislado a cerca de 100.000 personas en pequeños pueblos cordilleranos y daños en infraestructuras estimados en 75 millones de dólares (casi 11.000 millones, de pesetas).

En la aduana del paso Los Libertadores, a más de 3.000 metros de altura, en la carretera que une Santiago y la ciudad argentina de Mendoza, 205 personas permanecen aisladas desde el jueves de la pasada semana en medio de ventiscas y siete metros de nieve. Por aire les arrojaron el domingo alimentos y medicinas y durante un breve claro del mal tiempo, helicópteros de la Fuerza Aérea lograron rescatar a otras 31 personas del mismo lugar, pero debieron interrumpir sus labores cuando prosiguió la inclemencia.La intensidad de los temporales que han azotado el país en 1.800 kilómetros en la zona central y más poblada, sorprendió a todos empezando por los meteorólogos, tras años de sequía. En Copiapó, 800 kilómetros al norte de la capital, se ha registrado la segunda mayor lluvia del siglo, y en 10 días, el agua caída equivale a la de todas las precipitaciones de los pasados 30 años. En Santiago, y en las dos semanas últimas semanas ha llovido lo que habitualmente cae en un ano y medio.

Con rapidez, el agua no sólo convirtió en peligrosos torrentes a arroyos y ríos que estaban virtualmente secos, y desbordó embalses, sino que provocó deslizamientos de tierra y aludes que arrastraron a su paso caminos y viviendas en el norte del país, con un saldo de dos muertos. Una mujer, en las cercanías de Viña del Mar, murió ahogada en su domicilio cuando entró el agua de lo que hasta entonces había sido un arroyo. Otras personas han muerto en accidentes de tráfico y en naufragios.

El agua caída se ha llevado también algunas de las manchas que lucía con orgullo el jaguar latinoamericano, como es considerada la economía chilena por sus índices de crecimiento y estabilidad, al desnudar la miseria y desigualdad social. En Puente Alto, al sur de la capital, miles de habitantes de modestos bloques de edificios, construidos con fondos del Estado, vieron como el agua traspasó los muros e inundó los pisos, lo que desató una polémica sobre la calidad de la edificación de estas viviendas para pobres.

El Gobierno ha dispuesto fondos de emergencia para los afectados, suspendido las clases y postergado el pago de las mensualidades para los inquilinos afectados de Puente Alto. Después de recorrer las localidades anegadas, el presidente Eduardo Frei dijo que "el único que debe recibir la ayuda es el poblador sacrificado".

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