Homenaje a la nostalgia
Tras un título extraído de un poema de Mario Benedetti, en Despabílate amor Eliseo Subiela hace un curioso canto a la nostalgia, pero al mismo tiempo previene de alguna manera contra ella y nos pone en alerta ante las discutibles situaciones que puede llegar a provocar. En esta ocasión narra cómo, a través del interés de un cuarentón por reunir a los viejos amigos de su barrio en Buenos Aires, tras 25 años de no verse, dos antiguos enamorados vuelven a encontrarse, reviven su viejo amor y se plantean su reanudación. Sin embargo, cuando él la espera a ella en la puerta del teatro Colón, y gracias a su retraso, conoce a una violonchelista cubana y nace una nueva relación. Más con los pies sobre la tierra que otras veces, más cerca del realismo, esta vez Subiela queda bastante lejos de los delirios narrativos que caracterizan algunas de sus mejores y más personales películas, e incluso da un matiz político tanto a la historia como a los personajes.Sin embargo, en Despabílate amor funciona bien la mezcla conseguida entre un viejo amor, imposible de revivir, y uno nuevo que nace como producto de aquél y también de la casualidad, hasta llegar a ese final en el que el protagonista, encarnado por Dario Grandinetti, uno de los grandes actores argentinos, consigue huir de los recuerdos, representados por el personaje de mediana edad encomendado a Soledad Silveyra, para irse corriendo con la joven violonchelista cubana, a quien da vida Marilyn Solaya.
Despabílate amor
Dirección y guión: Eliseo Subiela.Argentina, 1996. Intérpretes: Dario Grandinetti, Soledad Silveyra, Juan Leyrado, Marilyn Solaya. Madrid: Ideal, Colombia, Albufera.
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