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Rivalidades étnicas y lucha desaforada por el poder en el 'otro' Congo

Alfonso Armada

Todos los ojos del mundo estaban puestos en Zaire. La gran hoguera estaba preparada en Kinshasa. La caída de Mobutu Sese Seko, el decano de los dictadores africanos, prometía desencadenar un baño de sangre ante el imparable avance de las tropas de Laurent Kabila hacia la capital zaireña. Y lo que casi nadie pensaba sucedió: la guerra estalló con toda su furia al otro lado del río, en el otro Congo, Congo-Brazzaville.

Rivalidades étnicas, jefes políticos que cuentan con milicias propias y una lucha desaforada por el poder explican la feroz batalla que desde el 5 de junio libran en Brazzaville el presidente congoleño, Pascal Lissouba y el general y ex máximo mandatario Denis Sassou N'Guesso.Fue el general N'Guesso, originario del norte del país y de la etnia mboshi, quien tras alcanzar la máxima magistratura después de que fuera depuesto el también general Joachim Yhomby-Opango, relanzó las relaciones con la antigua metrópoli (Francia), puso fin al marxismo como doctrina oficial y dio paso a un pluralismo que permitió a Pascal Lissouba, de la etnia teke, ganar la presidencia en las elecciones de 1992.

Los comicios legislativos celebrados en 1993, ganados por el Movimiento Presidencial de Lissouba, fueron ampliamente contestados por la oposición y dentro del Ejército, que se dividió entre partidarios del presidente, que cuenta con seguidores armados, los zulúes; El alcalde de la capital, Bernard KoIelas y su milicia ninja, y de Sassou N'Guesso, también con su Ejército privado, los cobra. La violencia estalló. Murieron 2.000 personas.

Las alianzas forjadas tras la ardua pacificación de 1993 empezaron a resquebrajarse ante las elecciones previstas para el 27 de julio. La detención de varios prohombres cercanos a Sassou N'Guesso, como el financiero Pierre Otto M'Bongo, originario del norte del país enturbió el panorama.

Fuentes diplomáticas europeas en Brazzaville atribuyen a la mano de Lissouba el tiro de gracia que ha sumido a la capital congoleña en el caos "ante el temor a perder el poder".

Aunque Lissouba prestó hasta el último momento apoyo al régimen de Mobutu, y algunas fuentes militares y diplomáticas aseguran que Sassou N'Guesso pudo sentirse inspirado por el triunfo de Laurent Kabila en Zaire, no hay pruebas de implicación. Francia (que siguió a Mobutu hasta el final) y Estados Unidos (que dio la bienvenida a Kabila) son rivales comerciales en la explotación de las riquezas petrolíferas de Congo-Brazzaville, pero ambas potencias habían reclamado unos comicios limpios el 27 de julio. Washington no ha puesto objeciones a la Operación Pelícano montada por París para rescatar a los extranjeros de Congo, que ayer prácticamente estaba concluida, mientras los contendientes se dedicaban a violar de nuevo con armas automáticas y morteros el alto el fuego presuntamente acordado el miércoles.

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