La educación ambiental: cumpleaños sin velas
SUSANA CALVO ROYEn la celebración de tres importantes cumbres Internacionales medioambientales, la autora dice que no puede ser la escuela la que cambie sola los valores y que se necesita una estrategia global de desarrollo sostenible
Este año se celebran los aniversarios de las tres conferencias internacionales más importantes sobre la protección y educación ambientales: Estocolmo, Tbilisi y Río marcan la evolución del pensamiento sobre el medio. Antes de Estocolmo, los problemas ambientales parecían ser propios de la naturaleza. En Estocolmo se abre la polémica sobre los límites del crecimiento. Río representa la asunción de que la problemática ambiental está causada por los conflictos humanos sobre el uso del territorio.En 1972 se celebró la Conferencia de Naciones Unidas sobre el Medio Humano, en Estocolmo, llamada de atención que propició la organización de la Conferencia Intergubernamental sobre Educación Ambiental (1977), en Tbilisi (hoy Tiflis, en Georgia), que ofrece la educación como instrumento para resolver los problemas ambientales. El tercer cumpleaños es el de la Conferencia de Naciones Unidas sobre Medio Ambiente y Desarrollo (Río de Janeiro, 1992), en la que 150 jefes de Estado y de Gobierno se comprometieron con la preservación.
Celebramos también el 40 aniversario de la Unión Europea, que, con todas sus contradicciones, significa superar los conflictos por medio de la negociación. El movimiento ambiental ha surgido en los países democráticos, impulsado por las asociaciones que actúan libremente. Quizá por eso, Río, especialmente la Agenda 21, está dirigida a los ciudadanos, mientras Estocolmo y Tbilisi tenían como destinatarios a los gobiernos.
Las estrategias que proponen tienen que afrontar una contradicción: el modelo occidental supuso el sacrificio de la mayor parte de su naturaleza, pero proporcionó bienestar a la población. Este proceso de reparto de bienes es el que permite las democracias, y ha costado casi cien años de luchas sindicales. Además, el desarrollo se ha hecho explotando a otros continentes. En el momento actual, los sistemas naturales no podrían sostener la generalización del consumo a todos los países, y mientras se mantengan las diferencias no habrá muro tan alto ni mar tan ancho que sea capaz de detener la marea humana que trata de escapar de la miseria.
Aunque el cambio climático o el efecto invernadero parezcan inabordables, son resultado de acciones. Surgen como efectos perversos de consideraciones que sólo miran el aquí y el ahora, que olvidan aquella imagen de un planeta pequeño y azul. Cada uno consume bienes, se transporta y produce residuos. No sabemos de dónde vienen las cosas que consumimos ni qué ocurre con las cosas que tiramos, pero estas decisiones casi inconscientes son la causa de un deterioro paulatino que puede resultar catastrófico: el vertedero de La Coruña cayendo al mar, la contaminación, los incendios, que van reduciendo el principal objeto del desarrollo, la calidad de vida.
No sabemos cómo conciliar el empleo o las necesidades de infraestructuras con la preservación ambiental, ni el crecimiento del consumo privado con el agotamiento de los recursos o con la disminución de los residuos. Para eso necesitamos las estrategias y la política ambiental que recomienda Río.
En estos años, la política ambiental ha utilizado los instrumentos normativos, y los procesos de sensibilización han estado dirigidos al sistema educativo. La escuela es un reflejo de la sociedad, e intentar que sea ella sola la que cambie los valores resulta excesivo, o ingenuo.
El mejor homenaje que podemos dedicar a las conferencias de Estocolmo, de Tbilisi, a la Cumbre de la Tierra, es asumir, cada uno en el nivel que le corresponda, la responsabilidad de gestionar los recursos de forma razonable, exponer las prioridades, y asumir el consenso y el disenso. Necesitamos una estrategia de desarrollo sostenible, entendido como proceso de aprendizaje que dura toda la vida. La educación ambiental debe ser el instrumento utilizado para capacitarnos para la acción.
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