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Entrevista:

"La gran literatura no se hace sólo con la libertad"

"Soy consciente de que para ustedes vengo de un mundo cerrado, misterioso", admitió en a tarde del lunes el escritor albanés Ismaíl Kadaré en un acto organizado por la Feria el Libro de Barcelona. Y es que Albania sigue siendo en cierto modo el menos europeo e los países de Europa. Kadaré, que vive exiliado en París desde 1990, lo ha mostrado en una extensa obra en la que abundan las metáforas sobre el poder opresor y la imagen de la soledad del hombre ante un funcionario inequívocamente kafkiano."Tras la caída del comuniso", explicó Kadaré, "se esperaba que en los países del Este acería una nueva literatura, propiciada por la libertad. Todos lo presentíamos, aunque no podíamos intuir cómo sería. Ahora, sin embargo, sabemos que este milagro no ocurrió, porque la gran literatura o se hace sólo con la libertad".

A juicio de Kadaré, la mayor parte de la literatura mundal, incluida la obra de Shakespeare y Cervantes, se ha escrito bajo la opresión, "porque a literatura tiene sus propias leyes que no tienen que ver con el desarrollo político y social". "Quizá alguien pueda considerarlo triste", precisó, "pero para mí es una suerte que sea sí, ya que esto es precisamente lo que hace a la literatura poderosa e influyente".

Kadaré -un hombre de aspecto funcionarial, con traje de corte clásico y mirada triste protegida por unas gafas de montura ancha- se mostró partidario de abrir un lugar para la épica en la literatura y se burló de quienes opinan que la novela ha muerto. "¿Cómo va a morir?", exclamó, "si es un género joven. La tragedia y la poesía han vivido más de 20 siglos y la novela todavía está en su juventud".

Tras aceptar que en su obra, como en la novela El palacio de los sueños, hay una metáfora del enigma del poder secreto, Kadaré pasó a explicar por qué la ocultación de la opresión fue alzo característico de los regímenes comunistas. "En aquellos años sentíamos la opresión por todas partes, pero nunca veíamos a un policía pegando a alguien en la calle", dijo. "La policía de, uniforme era ridícula, que es algo típico de los regímenes dictatoriales. pero la que ejercía la verdadera opresión era la policía secreta, la que no se veía".

Kadaré agregó que cuando vio que la policía empezaba a pegar en las calles de Albania, comprendió que la dictadura llegaba a su fin. "Fue la primera evidencia de que no podían controlar el país", afirmó. "El enigma por fin se desvelaba y el pueblo dejaba de estar hipnotizado". "En El palacio de los sueños", añadió, "quise mostrar el esfuerzo del Estado por controlar no sólo la conciencia humana, sino también el subconsciente, que es lo que ocurría bajo el comunismo".

Kadaré, que lleva con resignación el hecho de ser el escritor albanés, desmintió que aspire a la presidencia de Albania. "Me lo han propuesto desde varias instancias", reconoce, "pero siempre lo he rechazado. Creo que el escritor, por su propia naturaleza, debe mantenerse alejado del poder. El escritor no es adecuado para dirigir un país democrático porque no está acostumbrado a trabajar en equipo. Siempre hace lo que quiere en soledad. Si fuera presidente, estoy seguro de que a las dos semanas no podría soportar a los políticos balcánicos, que son insoportables, y acabaría metiéndolos a todos en la cárcel".

Kadaré se mostró muy crítico con los políticos de su país, a los que acusó de estar inmersos siempre en peleas sucias y ridículas, y afirmó que Albania necesita un arbitraje internacional que la ayude a salir del abismo.

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