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Chirac dice haber "escuchado el mensaje" tras la derrota de la derecha en la primera vuelta

Enric González

Jacques Chirac efectuó anoche una crucial intervención en la campaña electoral francesa. Fue, probablemente, la última baza presidencial antes de la votación M domingo. Y Chirac eligió la suavidad, como si asumiera la probabilidad de una victoria de la izquierda y no quisiera significarse, ante una hipotética cohabitación, en el papel de jefe del banco conservador que forzosamente le correspondía tras la caída de Alain Juppé. El presidente, sin mencionar el mal resultado del domingo, reconoció que las cosas no iban bien: "He escuchado vuestro mensaje" dijo a los franceses

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Pero les prometió un "cambio" y les ofreció, en nombre de la derecha, "una vía moderna y humana".Lionel Jospin, que compareció ante las cámaras inmediatamente después del mensaje televisado de Chirac, destacó una frase del discurso presidencial: "Quise, convocando las elecciones, retomar la energía nacional, para atraer y convencer, para dar a la nación una fuerza que se escapaba". Esa frase sobre la "fuerza que se escapaba" confirmó según Jospin, en boca del propio presidente, el fracaso de la gestión conservadora durante los dos últimos años. Con un presidente recién elegido y con el 80% de los escaños de la Asamblea Nacional, la derecha sintió que la fuerza "se escapaba".

El mensaje de Chirac fue mucho menos belicoso que el anterior. Deseó que la nueva mayoría parlamentaria no implicara "el riesgo de fragilizar la construcción europea", refiriéndose a las dudas socialistas sobre algunos aspectos del tratado de Maastricht, e invocó el voto del miedo: "Deseáis recuperar las ideas socialistas de ayer?". Pero lo hizo de forma apacible, como si empezara a practicar el estilo indirecto imprescindible en una cohabitación. Ejerció su inesperada función de jefe de partido y esbozó lo que sería un programa conservador para la próxima legislatura, pero no ofreció ninguna pista sobre quién podría ser su primer ministro en caso de obtener la victoria.

El objetivo de Chirac fue, en apariencia, el de completar el efecto de electrochoque de la dimisión de Juppé como primer ministro. Convertido Juppé en víctima propiciatoria del hundimiento electoral de la primera vuelta y, por su propia desaparición de escena, en garantía de un cambio al frente del Gobierno, Chirac intentó reparar el destrozo del pasado domingo y atraer de vuelta al redil a los descontentos. Se trataba de recomponer el voto tradicionalmente conservador y de movilizar a los abstencionistas. Prometió "más diálogo", "un modelo social renovado como garantía contra los efectos de la mundialización", "conciliar libertad y solidaridad", "mayor moral pública" y "un Estado descentralizado", presentándose, tal como intenta hacer la derecha en esta última semana, como "fuerza de cambio", pese a gobernar desde 1993.

La primera vuelta del domingo, en la que la Coalición Presidencial de gaullistas, centristas y liberales cosechó el peor resultado de su historia (30% de los votos) y la izquierda emergió con fuerza, y su consecuencia inmediata, la dimisión de Juppé, han acelerado dramáticamente una campaña electoral que había discurrido perezosamente hasta entonces.

Primera sangre

El primer choque y la primera sangre, la de. Juppé, han definido al fin todo el sentido de las elecciones legislativas. De un lado, las reformas y la modernización de un país "que se ha quedado atrás", según Chirac, son representadas por la derecha. Del otro, los socialistas y los comunistas encarnan la solidaridad y la protección social. Y, al margen, el ultraderechista Frente Nacional (15% de los votos) recoge el miedo, el odio; las peores pasiones despertadas por una larga crisis económica y social.Los franceses son conscientes de la necesidad de reformas profundas. Pero no han quedado convencidos por la gestión conservadora, que, hasta hoy, ha implicado más impuestos y más desempleo. Chirac, que rindió homenaje a la "abnegación y el coraje" de Juppé, sugirió que éste había realizado el trabajo sucio del saneamiento. La gran cuestión es si Francia ha decidido definitivamente apostar por un giro hacia la izquierda, como podría pensarse por los resultados del domingo, o si, tras la petición de anoche, dará una nueva oportunidad a Jacques Chirac.

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