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Crítica:CINE - 'CÁMARA SELLADA'
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

i Qué grande es ser Hackman!

Escrita a partir de un éxito de ventas del pluriadaptado John Grisham, Cámara sellada es un thriller judicial narrado convincentemente por James Foley -de cuyas ocho películas tan sólo una podía,ser considerada como aceptable, Glengarry Glen Ross-, del que no cabía esperar tan buen pulso narrativo. Tiene todos los ingredientes de la película de tesis: las razones del asesino, las del defensor, firme opositor a toda violencia, a todo racismo, y también a la pena de muerte, a la lucha contra la cual el filme presta un inestimable servicio; hasta las del gobernador del Estado, que desempeña un papel a la postre esencial. Y por si todo fuera poco, encierra no pocos elementos de crítica contra un entramado político y social que deja impunes a los reales responsables del asesinato.De hecho, el filme se adhiere a un esporádico filón liberal que nació de un viejo título de la Warner, Black Legion (1937), de Archie Mayo, con Humphrey Bogart en el papel de un obrero en paro que se afilia al Ku-Klux-Klan sólo para descubrir con horror de qué va realmente la cosa. O sea, la crítica frontal a la ideología del racismo y de la sociedad suristas -el filme transcurre en el Estado de Misisipí- Y lo hace con todas las consecuencias: a partir de un guión clásico, férreamente construido por el notable Wiliam Goldman -al alimón con Chris Reese-, con elementos de adhesión sentimental, todos puestos para que cualquiera de la platea sea, durante dos horas, Chris O'Donnel; por fortuna, con un espíritu alejado del grosero maniqueísmo de siempre, lo que obliga al espectador a colocarse en cada uno de los puntos de vista, y unos actores espléndidos, que matizan sus interpretaciones hasta lo excelso.

Cámara sellada

Dirección: James Foley. Guión: William Goldinan y Chris Reese (novela de John Grisham). EE UU, 1996. Intérpretes: Chris O'Donnel, Gene Hackinan, Faye Dunaway. Madrid: cines Acteón, Palacio de la Música, Luna, Palafox y Cristal.

En este sentido, el gran hallazgo del filme es dejar que el gran Gene Hackman se haga cargo del personaje más antipático, ese abuelo que lleva dos décadas esperando morir, curtido por un racismo ancestral y cabeza de turco de un magma social al cual él pertence y del que en nada se diferencia. Su papel, que en manos de un actor mediocre hubiera sido un insufrible catálogo de tics, se vuelve sobrio, hasta hacer que un personaje sencillamente siniestro termine resultando si no simpático -su crimen es demasiado atroz para serlo, y él nunca pretende ocultarlo-, por lo menos humano.

Con su trabajo, eficazmente secundado por O'Donnel y por el resto de los secundarios, Hackman hace incluso olvidar que a Foley, en su afán didáctico, se le va la mano y termina confundiendo al espectador con un iletrado, lo que le lleva a repetir tontamente secuencias ya vistas para reforzar un sentido que, sinceramente, no necesita de tal impostura. El filme aprovecha con astucia las normas del cine judicial; pelo si se eleva por encima de la media de los filmes engagés USA es porque en él campa a sus anchas quien tal vez sea el mejor actor americano vivo. Y esas son palabras mayores.

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