_
_
_
_
Tribuna:'EL PROBLEMA CATALÁN'
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Escolta, Espanya

El autor aboga por avanzar en la construcción de un espacio verazmente plurinacional que permita la articulación de Cataluña en el Estado desde el respeto y el reconocimiento de su hecho diferencial

Hasta hace pocas fechas diferentes medios de comunicación se han venido haciendo eco de la intervención que realizó el presidente de la Generalitat ante el Senado el pasado 11 de marzo. Algunas reacciones y réplicas tanto del ámbito periodístico como sobre todo del político dieron a entender que las pretensiones del presidente no encajaban en el marco constitucional vigente y, aún más, no podían ser tomadas en consideración atendiendo a la simple razón de que la soberanía no es compartible. A mi entender, debería bastar por sí sola la lectura de la intervención ante el Senado en el debate sobre el Estado de las Autonomías para ver con claridad que estas críticas no están fundamentadas o, en todo caso, que son claramente superables desde un inequívoco compromiso con la gobernabilidad del Estado.El mensaje del presidente no fue otro que hacer evidente la necesidad de un trato igualitario para los distintos pueblos que componen el Estado español desde la constatación de que se trata de un Estado plurinacional y, por lo tanto, con hechos diferenciales que requieren de reconocimientos singulares. Sin embargo, parece ser que desde determinados sectores no se está en disposición de atender la profunda significación de dicho mensaje y se prefiere silenciar o matizar su contenido.

Sin duda, España sigue siendo la misma, pero, a pesar de ello, los tiempos son distintos y sus gentes también. Es por ello que no puede tener -ni debe tener- ningún sentido seguir tratando a Cataluña como se hacía en épocas pasadas.

Es evidente que las palabras de Jordí Pujol tuvieron peso y categoría de hombre de Estado. En este sentido, si en algo han coincidido políticos y medios de comunicación de distinto signo ha sido en valorar su intervención. como la de más contenido y profundidad política de las que tuvieron lugar en aquel foro parla mentarlo. Sin embargo, nada dijo sustancialmente distinto de lo enunciado en anteriores ocasiones. Y es que, en referencia al objetivo de una Cataluña en plenitud de su autogobierno, Jordi Pujol expone ahora, en esencia, lo que exponía hace 20 años porque sigue teniendo vigencia. Entonces, pues, ¿qué resortes se han movido para que provocaran tanta expectación? Es evidente que los cambios se han producido en el marco estructural. En este sentido, no hubo otro cántico a la esperanza, y a las posibilidades de la España actual como el que entonó el propio presidente, ni tampoco se dio una parecida expresión de fe en el futuro:

"Veo España como un país de buen nivel europeo, con un considerable potencial de crecimiento, competitivo a escala internacional, con los mismos problemas, pero también las mismas posibilidades que los países europeos avanzados en el mantenimiento de un buen Estado del bienestar. Le veo como el país que ha hecho un esfuerzo -el más importante de Europa de redistribución territorial de la renta".

Estas palabras no son, sin lugar a dudas, elogios gratuitos ni aduladores, sino que son una invitación y una clara llamada a la responsabilidad. Un país que ha llevado a cabo tales avances debe hallarse ya en condiciones de sentar de forma definitiva las bases para que las diferentes partes que lo componen puedan sentirse integradas y, al mismo tiempo, fieles a su identidad. En cambio, si España continuara siendo un país alejado de Europa y contrario por sistema a toda forma de diálogo, la intervención de Jordi Pujol habría tenido otro matiz, Veinte años de democracia han cambiado mucho las cosas y entre ellas la capacidad de tener en cuenta a quienes hablan desde coordenadas distintas.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Ahí está, pues, la gran aportación del presidente en su discurso del día 11 de marzo: puesto que entre todos hemos hecho que España haya evolucionado para bien, es de una gran responsabilidad y de una gran justicia histórica hacer todo lo posible para que Cataluña pueda encontrar su propio espacio. En cambio, sería trivializar la aportación de Jordi Pujol si se fijara la controversia sobre si lo novedoso estriba en la mención de la soberanía compartida y limitada pero real de que gozaba durante los Austrias o la alusión "al Rey de las Españas".

Lo novedoso -insisto- hay que buscarlo en la mención de la Oda a Espanya de Joan Maragall, a través del "Escolta, Espanya" ("Escucha, España"), donde invita a España a abrazar un futuro de progreso y modernización; o en la mención del "Escolta, Sepharad" de Espriu, cuando señalaba que los pueblos no pueden ser si no son libres, y, evidentemente, en el "Escolta, Espanya" del mismo presidente, con la pretensión de' buscar una articulación satisfactoria de Cataluña en el seno de España, una transformación pendiente de primerísima magnitud, para la obtención de la cual deberíamos encaminarnos hacia una resolución satisfactoria de la estructura estatal en relación a las aspiraciones de las autonomías "históricas" y del lugar que en su seno se reserva para Cataluña.

Y el corolario final pone de manifiesto, una vez más, el sentido último de dicha aportación, dejando entrever que España no puede dejar escapar una ocasión de oro para solucionar lo que en otros tiempos se convino en llamar "el problema catalán". Este problema todavía sigue en pie, haciendo buenas las palabras de Francesc Cambó ante Alfonso XIII, en Barcelona, cuando le expuso que pasarían los hombres, los partidos y los regímenes políticos, pero que Cataluña persistiría.

Ya que se desperdició la ocasión de la República de 1931, tampoco la transición de 1977 supo encauzarlo con suficiente acierto. Ahora tenemos ante nosotros la tercera oportunidad en lo que va de, siglo y la historia nunca ofrece tantas oportunidades. Seamos responsables, pues, y aprovechemos para avanzar en la construcción de un espacio verazmente plurinacional que permita la articulación de Cataluña en el Estado desde el respeto y el reconocimiento de su hecho diferencial y de la voluntad de los catalanes de disponer de mayores niveles de soberanía política.

Xavier Trias es consejero de la Presidencia de la Generalitat de Cataluña.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_