EL OBISPO BAJA A LAS TINIEBLAS
Antonio Vilaplana, obispo de León, cambió ayer la sotana, la faja roja y el solideo por el mono azul, el casco y las botas de minero. La transformación era obligada. El obispo quiso bajar a 300 metros de profundidad en el pozo Calderón, de Minero Siderúrgica de Ponferrada, en el valle leonés de Laciana, para conocer cómo trabajan algunos de sus feligreses. La experiencia no le dejó indiferente. "Esto es muy duro. Hay quien puede amar la mina, pero otros la odiarán", dijo tras recorrer por primera vez en sus 70 años algunas de las galerías de la planta tercera de la explotación. Vilaplana bendijo la mina y comentó en tono jocoso que no creía que fuera así el infierno: "En el - infierno habrá fuego, mucho calor y tridentes", aseguró con fe de obispo. A pesar de lo liviano de la visita pastoral al interior de la mina, Antonio Vilaplana respiró aliviado cuando la jaula del pozo, ya en la superficie, recobró la luz del día.-
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