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La quintaesencia

Soledad Gallego-Díaz

Cómo se reparte la capacidad de influencia en la toma de decisiones de la Unión Europea. Eso, la quintaesencia, es lo que se va a acordar, si todo sale bien, en la cumbre de Amsterdam los próximos días 16 y 17 de junio. La cosa es tan importante y complicada que los padres de Maastricht decidieron dejarlo para más adelante, y ahora parece que ya no queda más remedio que cerrar lo que quedó abierto. No se trata de cuestiones estrictamente económicas, como el valor del euro o los criterios de convergencia, pero hasta los economistas saben que eso, en el fondo, es secundario. Lo decisivo es saber cuánta influencia política tendrás a la hora de tomar esas decisiones económicas.La influencia de cada país dentro de la UE se mide, sin duda, en muchas cosas, incluido su peso económico, su tradición europeísta y la capacidad dialéctica de su primer ministro. Pero objetivamente hay dos baremos: el número de miembros de la Comisión Europea y el número de votos que tiene tu ministro en el correspondiente Consejo.

Hasta ahora España ha conseguido tratamiento de "grande" en la Comisión (nombra dos comisarios, como Francia, Alemania, Italia y Reino Unido) y de "mediano" en el Consejo (si hay votación, España tiene ocho de las papeletas totales, frente a las 10 de los cuatro grandes y las cinco a dos de los pequeños). Eso se llama "voto ponderado", y se calcula, entre otras cosas, en razón de la población.

Todo esto es importante, porque la Comisión Europea toma directamente una serie de decisiones y otras las estudia y prepara para sometérselas al Consejo. Y porque, en bastantes apartados, el Consejo de Ministros no puede adoptar una propuesta salvo "mayoría cualificada".

Cuando España entró en lo que era la CE, con 12 países miembros, el total de votos era 76 y la "mayoría cualificada" se obtenía con 54. Leído al revés, significaba que si alguien reunía 23 votos, lo que se llama "minoría de bloqueo" podía congelar una decisión. Al Gobierno español le bastaba, en ese caso, sumar sus propias papeletas con las de un país grande y otro pequeño (8 + 10 + 5) para paralizar una propuesta incompatible con sus intereses.

Cuando entraron Austria, Suecia y Finlandia (tres países pequeños"), el número total de votos quedó en 87. La mayoría cualificada pasó a 62, y la minoría de bloqueo, a 26. Quiere decirse que, con la ampliación, España empezó a necesitar a un "grande" y a dos "pequeños" para paralizar lo que no le conviniera.

Ahora se anuncian nuevas y sucesivas ampliaciones y prácticamente todo el mundo está de acuerdo en que la Unión resultará ingobernable si no se cambia la composición de -la Comisión y el cálculo del voto ponderado. Eso es lo que se discutirá en Amsterdam.

A la mesa de la cumbre llegarán varias propuestas. La más publicitada sugiere que cada país miembro tenga un sólo comisario, hasta un máximo de 20. Eso dejaría tiempo para que entraran en la UE cinco nuevos países, y luego ya se vería. La propuesta incluye modalidades distintas; por ejemplo, que unos comisarios tengan cartera (encargados de un tema concreto, como hasta ahora) y otros no.

En cuanto al voto ponderado, la batalla se anuncia dura. Los expertos españoles de Asuntos Exteriores y de la Secretaría de Estado para la Unión Europea defienden que, si hay que ceder un comisario, se obtenga a cambio una ponderación tal que la minoría de bloqueo no difiera mucho de la actual. Más aún si se tiene en cuenta que, previsiblemente, los nuevos socios pertenecerán a la Europa Central, con pocos intereses comunes con el Mediterráneo.

El trabajo de esos expertos será decisivo porque, si no logran desbrozar el camino, estos dos problemas llegarán "vivos" a la mesa de los jefes de Gobierno de los Quince. Es decir, la negociación sobre la quintaesencia de la UE dependería, desde el punto de vista de España, de la quintaesencia dialéctica de José María Aznar.

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