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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Berisha reincide

EL TODAVÍA presidente de Albania, Safi Berisha, intenta convocar elecciones generales el próximo día 29 de mayo bajo una ley electoral impuesta por la mayoría absoluta que su Partido Democrático mantiene en el Parlamento albanés. Con la aplastante mayoría parlamentaria de que dispone actualmente, 120 de 140 escaños, un rodillo que es resultado directo de unas elecciones fraudulentas denunciadas en su día por todos los observadores, Berisha quiere utilizar la relativa calma impuesta en el país por la presencia de tropas internacionales para perpetuar su hegemonía política y su propio mandato.El Partido Socialista ya ha advertido que en esas condiciones boicoteará las elecciones. Y la mediación del enviado especial de la Organización para la Seguridad y Cooperación en Europa (OSCE), el ex canciller federal austríaco Franz Vranitzky, no parece muy eficaz para lograr que Berisha se avenga a una ley electoral consensuada con todos los partidos de la oposición.

Convendría que la comunidad internacional -la OSCE, la Unión Europea y, sobre todo, los países que, como España ,mantienen tropas en Albania- advierta con toda energía a Berisha de que no está ya en situación de dictar reglas después de todo lo acaecido. El presidente sigue en su cargo debido a la mediación internacional., Pero esta intermediación tenía por objeto impedir un baño de sangre, no salvar la presidencia de un dirigente que está totalmente descalificado ante la comunidad internacional por las persistentes sospechas de falsificar los resultados de las pasadas elecciones.

Los países que mantienen tropas en Albania no pueden dejarse manipular ahora por el presidente albanés para convertirse en salvaguardia, protectores y cómplices del régimen corrupto de éste. Las elecciones en Albania deben representar un punto cero; es decir, deben significar un principio para un nuevo proceso democrático, ya que el que comenzó con la caída del régimen estalinista de Ramiz Alia fue pervertido por el aparato dirigido por Berisha.

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Las reglas para este nuevo comienzo han de ser negociadas por todas las fuerzas políticas del país, bajo la mediación de Vranitzky. En ningún caso deben ser dictadas por un Parlamento al que no reconoce una gran parte de la población albanesa, levantada en su momento en armas contra el mismo. Este Parlamento no puede establecer las condiciones para las nuevas elecciones. Si Berisha no quiere darse por enterado, la comunidad internacional y los propios ciudadanos albaneses deben recordárselo con toda claridad.

Sus intentos de actuar en Tirana como si nada hubiera pasado desde principios de año hasta ahora demuestra que Sali Berisha ha aprendido muy poco de la gravísima crisis en que sumió a su país y que vuelve a recurrir a los trucos y manipulaciones poco presentables en términos democráticos para perpetuar su más que sospechoso régimen. La comunidad internacional tiene que explicar claramente al presidente albanés que no ha enviado tropas para ayudarle, en tal empeño. Que están allí para ayudar a la estabilidad mientras se logra un acuerdo general para unas elecciones libres. Libres de verdad, no las que Berisha quiere montar ahora para su beneficio propio.

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