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Gibraltar, entre Liechtenstein y Hong Kong

La manifestación del pasado lunes en Gibraltar contra el "hostigamiento" español de la Roca no ha causado sorpresa en la diplomacia española, que la contempla más como una. llamada de- atención al nuevo Gobierno laborista británico que unavilización contra la oficiosa propuesta española de negociar con Londres un acuerdo de cosoberanía con un largo plazo de vencimiento antes de que la colonia se reintegrase a España.

Fuentes del Ministerio de Asuntos Exteriores indican que la posición del ministro principal de Gibraltar, Peter Caruana, parece cada vez mas débil frente a la oposición dura a un acuerdo razonable, que encarna Joe Bossano, bajo cuya anterior Administración se desarrolló una política que favoreció tanto el contrabando de tabaco y drogas como la creación de un paraíso fiscal, en el que florecieron compañías opacas con importantes activos inmobiliarios en las costas españolas.

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Los últimos incidentes ocurridos en el aeropuerto de Barcelona y en la propia verja del Peñón con gibraltareños que carecían de documentación adecuada mantienen en, vigor la amenaza de un conflicto por la existencia de pasaportes gibraltareños, que son diferentes de los británicos y no son reconocidos por las autoridades españolas. Este problema afecta sólo a una parte de la población gibraltareña, y Madrid ha indicado que podría resolverse con facilidad si Londres reconociera como ciudadanos de pleno derecho -con acceso al pasaporte británico- a todos los ciudadanos de Gibraltar.

Por contra, la reclamación de las autoridades gibraltareñas de que España respete las directivas europeas es acogida con cierto sarcasmo por diplomáticos españoles, que sugieren que Gibraltar empiece a aplicar las directivas europeas sobre seguros, banca o servicio s financieros en el Peñón. Para estos diplomáticos, en el fondo de la discusión late la voluntad de un sector gibraltareño de convertir la colonia en un centro financiero privilegiado, para poder sobrevivir autónomamente del Reino Unido.

Entre el modelo Liechtenstein con el que sueñan algunos dirigentes gibraltareños y la salida negociada sobre el modelo Hong Kong que propone ahora Abel Matutes y que ya hiciera hace años el primer ministro socialista de Asuntos Exteriores, Fernando Morán, parece existir un foso similar a la distancia que separa esos dos enclaves. Para colmo, a la falta de diálogo con los llanitos se suma la tradicional diplomacia británica, que deja hacer para que todo siga igual.

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