El denso mundo de un genio

Ni una luz directa que definiera las caras, sólo siluetas de rojo, verde, blanco, negro; ni un sonido que surgiera solitario y definiera el instrumento; ni una canción antes escuchada: la realidad es que nunca un concierto fue igual. Esta es la tercera visita que Tricky hace a Madrid y con él ha llegado el cambio. Reinventor de la música, la suya nos llega con una textura e intensidad diferentes, convirtiendo su innovación en referencia para otros.Antes de la hora anunciada para el concierto, Tricky apareció en la penumbra del escenario junto a Martina, su alter ego vocal, y a cuatro músicos con cuatro instrumentos de sobra conocidos como batería, bajo, guitarra y teclados que, sin embargo, no sonaron nunca como tantas veces hemos escuchado. Más que interpretar música, Tricky y sus compañeros hacen sonidos, ruidos y vibraciones con los que llegan a crear sensaciones capaces de extenderse durante los largos minutos en los que tocan los temas, irreconocibles y por tanto nuevos de su discografía.

Durante casi dos horas, tanto Tricky como sus compañeros de escenario se fueron dejando algo más que la piel en cada canción: el batería hizo el preciso e incansable trabajo de una infalible caja de ritmos; el bajista consiguió que vibrara hasta el alma; el teclista disfrazó sus teclas, a veces de James Brown, a veces de Stevie Wonder... Mientras, el guitarrista cambiaba la personalidad de su instrumento continuamente en una persecución musical con rasgos atípicos. A, ellos se unen las voces de Martina y Tricky, que son capaces de perforar los oídos con sus susurros. Esta conjunción de elementos y sensaciones tortuosos, densos y dolorosos, termina por provocar una fuerza centrífuga que devuelve cada sonido tras un zarandeo mental inevitable.

Aunque Tricky y sus compañeros tocaron todo su repertorio, empezando por Overcome, no interpretaron ninguna canción en la forma esperada, ni de Maxinquaye ni de Premilenium tension, pero todas fueron recibidas por el público como piezas únicas que son.