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Los mercados y los expertos acusan de falta de credibilidad al plan de ajuste fiscal alemán

El plan de urgencia elaborado por el Gobierno alemán para cubrir el agujero extra de sus cuentas públicas, 18.000 millones de marcos (1,47 billones de pesetas), ha desencadenado una dura batalla política, fuertes críticas entre los expertos y acusaciones de alta de credibilidad, lanzadas desde los mercados. La revalorización de las reseras de oro del Bundesbank es una muestra nás de ingeniería contable, señalan los críticos de la medida, que, además, atacan al Gobierno por precipitar las privatizaciones de Deutsche Telekom y Lufthansa. Ayer, uno de los economistas más famosos de Alemania, Rüdiger Pohl, dijo que el programa Waigel contiene medidas que son "síntomas de pánico y desesperación".

Los trucos contables que va a utilizar el Gobierno alemán para tapar el agujero fiscal son considerados por los analistas políticos como la puntilla para este gabinete de coalición cristiano-liberal, ya herido de gravedad. Y aportan datos como el siguiente: el 62% de los alemanes creen que Kohl y sus ministros están haciendo mal las cosas, según el último polibarómetro de la cadena pública de televisión ZDF.Más significativo aún es que el generalmente mal colocado, pero uno de los posibles candidatos a canciller por el partido socialdemócrata (SPD), Oskar Lafontaine, con un 41%, alcanza casi la misma puntuación que el canciller Kohl, con un 42% en la intención de voto.

Las críticas a las medidas del Gobierno alemán no provienen sólo del ámbito político. "Con la venta de las acciones de Telekom y la revalorización de las reservas de oro, se da la impresión de que al Gobierno se le han acabado las ideas y por eso reaccionan desesperadamente", dijo ayer el economista Rüdiger Pohl, director del Instituto de Investigaciones Económicas de Halle. Las medidas "son síntoma de pánico y desesperación" y ello "perjudica a la economía alemana, ya que ante ellas los pocos inversores que quedan en Alemania pueden perder la confianza en la capacidad de respuesta de la clase política del país", remarcó. Algo parecido opinan los mercados financieros, que han lanzado claros mensajes de que estas medidas carecen de credibilidad.

Ni siquiera el canciller Kohl, que a menudo actúa como si en Alemania no pasara nada, logró en el debate parlamentario extraordinario del viernes apuntalar su credibilidad y la de su Gobierno. En una intervención improvisada en uno de los debates más calientes que se recuerdan en los últimos años, Kohl llegó a manifestar que "nuestros colegas de la Unión Europea no rechazarán las medidas que tomemos porque son en interés de la República Federal y porque sin nosotros no habrá euro".

Kohl defiende a Waigel

Kohl tuvo que salir a defender las reformas pendientes de su Gabinete -fiscal, sanitaria y pensiones- y a su ministro de Finanzas, Theo Waigel, acusado por la oposición en bloque de utilizar "trucos de maquillaje fiscal y creatividad contable".La operación tesoro de oro, como se denomina en Alemania, ha causado indignación y perplejidad en la opinión pública. Y es que cuando en reuniones internacionales como las del Fondo Monetario Internacional (FMI), otros países han propuesto usar las reservas de oro para generar liquidez, los representantes alemanes se han negado con rotundidad a aceptarlo, con el argumento de que ello minaría la confianza pública en los bancos emisores.

Con cierta arrogancia, el Gobierno federal ha descalificado en algunas ocasiones a los países europeos que han recurrido a medidas semejantes, para reducir su déficit.

Además, todavía no se sabe si Waigel intentará obtener del Bundesbank el beneficio resultante de la plusvalía que genere el cambio de activos en las reservas de oro ya en este año, o lo dejará para 1998.

Para cumplir los criterios de Maastricht sólo tiene sentido si el Estado tapa una buena parte del agujero ya en el ejercicio de 1997. Pero en este caso, no sólo tendrían que cambiarse las leyes del Bundesbank, que estipulan que el banco emisor, como si fuera una empresa privada, tiene que evaluar sus activos con el precio más bajo posible. Además, habría que obligar también al banco a hacer un balance provisional antes de final de año y a desembolsar un pago extraordinario al Estado.

SI, estas reformas se aprueban definitivamente, provocarán la ira de los dirigentes del Bundesbank, porque acabarán con su imagen de independencia y de solidez.

Como han señalado algunos analistas estos días, el Gobierno podría haber tomado una medida mucho menos conflictiva para la opinión pública, como es la de aumentar el impuesto de los carburantes. Pero a ello se opone radicalmente el partido liberal. Dentro de cinco días, este partido celebrará su congreso y los dirigentes liberales, que en los últimos meses se han presentado como "la fuerza política que baja los impuestos", no se atreverá a romper su imagen.

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