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Botero considera que este fin de siglo es "el mas pobre" de la historia del arte

El pintor colombiano presenta la más amplia exposición de su tauromaquia

Fernando Botero cumplió 65 años hace tres días. Según él, no se le ocurre mejor forma de celebrar un cumpleaños que con una exposición como la que se inauguró ayer en las salas madrileñas de la Fundación Central Hispano (Marqués de Villamagna, 3). "Es como si viera muchos de estos cuadros por primera vez", dice mientras observa el montaje. "Muchos de ellos los tenía enrollados y no los veía desde que terminé de pintarlos". Las 68 pinturas que se exponen pertenecen a la colección privada del artista. Defensor de su estilo y la seriedad de su oficio, Botero ve con escepticismo este fin de siglo, que considera, desde el punto de vista de la pintura, "más pobre que ningún otro".

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La mayoría de los cuadros de la exposición fueron pintados en los años ochenta. "Trabajé casi exclusivamente durante dos años en el tema de los toros", explica. "Empecé a tomar consciencia de que era un tema que valía la pena trabajarlo y me entregué totalmente a ello. Luego seguí haciéndolo y los reuní en una exposición hace cinco años en Sevilla. Es un tema que tiene muchas posibilidades, sobre todo por el color, que es un regalo para el pintor; hay movimiento, hay poesía. Hay tantas cosas que no existen en la vida real...".A Botero, la realidad no le interesa mucho para su trabajo. Una de sus frases sobre su interés por la lidia como tema pictórico es bastante explícita: "Llega un momento en que el toro no echa sangre, sino color rojo".

La fiesta, para Botero, queda desdramatizada, es sólo un objeto de desarrollo pictórico. "El drama de la corrida lo captan los que hacen los carteles de los toros", dice. "Una pintura desde el punto de vista taurino, fantástico; pero desde el punto de vista de la pintura, muy pobre. En esto hay que ser o fiel a la pintura o fiel a la tauromaquia".

Botero es un gran aficionado a los toros, casi desde su infancia, y es capaz de separar ambas aproximaciones. "Uno tiene que tomarse libertades. En algunos de mis cuadros está el picador picando el toro y éste ya tiene las banderillas, lo, cual es una incorrección. Pero yo necesitaba unas líneas en ese ángulo para equilibrar la composición y las puse. Yo sé que está mal, pero es una licencia poética", afirma. "Yo pinto un concepto sobre la corrida. Son cuadros imaginarios, incluso los retratos de toreros lo son. La realidad me limita".

La realidad lo limita, pero parece que su estilo, para muchos demasiado rígido y repetitivo, no. Botero dice no sentirse prisionero de su estilo. "Yo pienso que los pintores no deben cambiar de estilo", dice. "El caso de Picasso es excepcional. Para cambiar de estilo tienes que cambiar de concepto sobre la pintura, y él es el único que ha hecho esas maromas con éxito. Los pintores que yo respeto, Piero della Francesca, Ingres, Giotto, son artistas con una obra coherente de principio a fin. Yo creo en eso, tengo una gran convicción en lo que hago. Yo he puesto mucho énfasis en el volumen, porque creo en la importancia del volumen en la pintura y también en el color local. El modelador sutil que hace que los colores locales mantengan su fuerza al mismo tiempo que se sostengan en el volumen". Botero piensa que se ha trivializado su obra, tanto entre artistas y críticos como entre el público menos experto. "Es increíble que mucha gente diga: Botero, el de las mujeres gordas. No se ponen a ver el interés, la conexión y el respeto por la pintura clásica que hay detrás de mis obras. Yo trabajo con la intención de mantener viva la idea del color y la del volumen simultáneamente. Son problemas pictóricos muy importantes", insiste. "Eso de ser el pintor de las gordas es una frivolización. Antes me molestaba tremendamente que lo dijeran, pero al final son cosas que hay que aceptar para llegar a ser conocido. Los pintores siempre llegan a ser conocidos por las razones equivocadas".

El colombiano es escéptico con respecto al estado actual del arte. "Este fin de siglo es, desde el punto de vista de la pintura, más pobre que ningún otro. Si uno mira el fin de siglo pasado, con Cézanne y los impresionistas; los anteriores, con Tiépolo o David. Hoy, la pobreza de ideas es tremenda. Las grandes sorpresas que hubo en el arte de éste siglo, esas evoluciones, no se pueden repetir. La pintura es una cosa limitada. Hay dos extremos: la figuración más obsesiva, el fotorrealismo, y la abstracción total que llega a la ausencia de objeto. La única salida que tiene el arte es la individualidad".,

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