Moriré en la cárcel

Estoy en la cárcel de Soria, cumpliendo una condena por atraco a mano armada. Atraqué un banco, pero no piensen ustedes que soy otro Mario Conde. No. Hay muchas circunstancias sociales y personales que me hacen diferente de ese señor.Estoy condenado no a seis años, sino a nueve. Perdón, no es verdad; mi condena es a muerte. Créanme, estoy condenado a morir en la cárcel porque tengo el sida en fase avanzada.

Sé que me quedan pocos meses de vida. Cada vez tengo más dolores y hay días que no puedo ni arrastrar las zapatillas que llevo puestas. Por experiencia de otros presos, porque lo he visto, sé que moriré aquí dentro, o como mucho me sacarán al hospital unos días antes para que no engrose la lista de fallecidos dentro de la cárcel.

La ley dice que los enfermos incurables (mucho más los terminales como yo) deben ser puestos en libertad o ser llevados a un centro adecuado. Pero la administración penitenciaria no está dispuesta a aplicar la ley con un insignificante ex drogadicto como yo. Tampoco el juez de vigilancia penitenciaria hará nada, pues se limita a ratificar lo que la administración le dice. Las palmaditas en la espalda que me da el servicio médico tampoco me son ya de gran ayuda.

Qué mala suerte he tenido en la vida. Probablemente si hubiera tenido unas "finquitas" las pondría como aval y no moriría en prisión-