Mobutu acepta la invitación de Mandela para negociar con el jefe de los rebeldes zaireños
ENVIADO ESPECIALMobutu Sese Seko, todavía presidente de Zaire aunque sus tropas hayan perdido el control de casi la mitad del país, aceptó ayer la inesperada invitación del presidente surafricano, Nelson Mandela, para sostener una reunión cara a cara en Pretoria con el líder de los rebeldes, Laurent Kabila. Así lo dejó traslucir el entorno de Mobutu en Kinshasa y lo confirmó en El Cabo el enviado de las Naciones Unidas, Mohamed Sahnun. Pese a esta rápida aceptación, no hay aún fecha establecida. Según fuentes gubernamentales zaireñas, el encuentro con Kabila será "más pronto que tarde".
"La crisis empieza a moverse en la dirección adecuada", aseguran fuentes de la Unión Europea (UE) en Kinshasa, "y a todos nos interesa evitar un baño de sangre".El enviado de la ONU y de la Organización para la Unidad Africana para Zaire, el diplomático argelino Mohamed Sahnun, que ha sido uno de los más persistentes valedores de la solución pacífica, dijo ayer que estas conversaciones tendrán como objetivo la celebración de elecciones. Éstas, según los planes previos a la revuelta de los tutsis banyamulenges en octubre, y que ahora es una auténtica rebelión nacional contra Mobutu, estaban previstas para junio. Pero ahora su organización no sólo es muy complicada y carece de la financiación necesaria (1.400 millones de pesetas), sino que no tiene el marco legal adecuado: uno que represente la nueva realidad política y militar del país.
A pesar del optimismo de Sahnun, que sigue fiel la estela de las tesis de su jefe, el secretario general de la ONU, el ghanés Kofi Annan, la solución final es aún difícil. Si algo ha demostrado en estos 32 años Mobutu es capacidad de manipulación. La clave es saber si Kabila aceptará el juego de la dilación.
Annan está convencido de que Kabila va a negociar porque sabe muy bien que no es lo mismo ocupar el este de Zaire, más inclinado a la lucha armada contra Kinshasa en los 37 años transcurridos desde que el país obtuvo la independencia de Bélgica, que el oeste, donde se arraciman miles de colaboradores de un régimen que ha hecho del enriquecimiento del clan en el poder un sistema de Gobierno: la cleptocracia.
Sin embargo, la actual realidad militar parece desmentir a Annan. Los hombres de Kabila se hallan a menos de 600 kilómetros de la capital. El miércoles, al aterrizar en Pretoria para reunirse con Mandela procedente de la recién tomada Lubumbashi, Kabila declaró a los periodistas que llegará a Kinshasa en tres semanas. "No es un farol, ni mucho menos. Está en posición de hacerlo. Entre sus tropas en Kananga y el palacio de Mobutu [en Kinshasa] no existe oposición militar alguna", asegura la fuente diplomática de la Unión Europea (UE). "Es", asegura, "la última oportunidad para evitar un gran baño de sangre".
"A Kabila le interesa. Es consciente de que no puede o no debe imponer el 100% de las condiciones, aunque cuente con la fuerza militar para hacerlo. No estamos hablando de ganar una batalla, sino de construir el futuro del país", añade.
¿Unas elecciones con Mobutu en el poder? "No, claro, eso es parte de lo que hay que negociar". El diplomático que representa a la UE en la capital zaireña dice que la solución pacífica sería un triunfo europeo. "Nosotros mantenemos posiciones intermedias; las norteamericanas son más extremas". Nadie niega aquí que Kabila tiene el apoyo total de Washington y que Mandela juega en el mismo campo anglosajón en esta conspiración contra los intereses de París, en particular, y los de la UE, en general. Pese a ello, nadie puede discutir que Mandela tiene estatura política suficiente en África como para auspiciar este tipo de encuentro entre Mobutu y Kabila.
Pretoria ya ha servido de sede de unas negociaciones que no ofrecieron resultado alguno. El ministro de Exteriores de Zaire, Kamanda wa Kamanda, un halcón del régimen y que presidió la delegación mobutista en ese encuentro, partió ayer de nuevo hacia Suráfrica. Kabila, que ya dio el visto bueno al cara a cara con Mobutu en su conversación con Mandela en Ciudad del Cabo, regresó ayer a Lubumbashi.
Presión militar
No se descarta que esta vez, en el caso muy probable de que se concrete el encuentro entre los dos números uno, se repita el esquema de las últimas negociaciones. Que los rebeldes prosigan sus avances militares como un medio de presión sin atender a los eventuales progresos políticos. Hace dos semanas, mientras sus delegados dialogaban en Pretoria, sus tropas entraron sin gran oposición en Kisangani, Mbuyi Maji y Lubumbashi. Un encuentro en la cumbre entre Kabila y Mobutu no va a impedir el avance sobre la capital. Puede acelerarlo.
En Pretoria había entonces un desacuerdo esencial. El régimen de Kinshasa quería un alto el fuego previo y los rebeldes decían que esa tregua sólo podía ser el resultado de la negociación. La semana pasada, Kabila dio un ultimátum a Mobutu: o acepta una negociación cara a cara en tres días o pierde la capital. Este domingo expiró el plazo. La respuesta de Mobutu fue histriónica. Se quejó de que Kabila se lo pidiera de una forma poco educada.
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