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Entrevista:

"Madrid fue un escenario perfecto para el nacimiento del pop"

Sienes plateadas. Gafas de carey. Ojos atentos. Aspecto de farmacéutico. Serio. Un punto de despiste. Gerardo Irles es un señor de Elche, de 42 años. Hijo mayor de una familia numerosa, conserva ese porte de responsabilidad añadida que caracteriza a los primogénitos. Un buen día, siendo adolescente, sus padres le regalaron un pick-up, un tocadiscos. Para él fue como una bocanada de universo. Supo transformarla en ventana abierta de par en par. Apoyado sobre ella, escuchó detenidamente el sonido de un mundo que nacía y se desperezaba poco a poco. Era el mundo de la música, pop, naturalmente. Concentró sus facultades en atender a todo lo que surgía de aquella delicada mixtura circulante de agujas y vinilos; retuvo aquellos conocimientos muy adentro. Se vino a Madrid a estudiar Económicas. La transición le cayó encima, afortunadamente, reconoce. Volvió a su tierra. Allí comenzó a escribir, a colaborar en periódicos, y un buen día decidió rescatar la sensibiliad musical adolescente que vivamente cobijaba entre sus recuerdos . Hoy les ha dado forma. Su libro ¡Sólo para fans! es un recorrido por la música de los años sesenta que caldeará el corazón de más de uno. Acaba de presentarlo en el Círculo de Bellas Artes, junto a emblemas de la canción yeyé como Micky, Jeanette o Phil Trim, de los Pop Tops.

Pregunta. ¿En que consistió la música pop de los sesenta?

Respuesta. Era una combinación de amor y lucha generacional. Con un toque autóctono, muy español. Destilaba amor o bien rebeldía ante la incomprensión de los padres.

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P. ¿Ese juicio no parece elaborado a toro pasado?

R. No, era más o menos así. La canción protesta, políticamente comprometida, vino en la década posterior.

P. ¿Fue Madrid escenario adecuado para el surgimiento del pop?

R. Desde luego. Un escenario perfecto.

P. Trace un itinerario yeyé a través de aquel Madrid.

R. Hombre, primero las veladas matinales de los domingos, en el Price; luego Moncho Street (la calle de Ramón de la Cruz), verdadero corazón de la sicodelia; la discoteca Nica's, de Nicholas Ray, que vino a trabajar con el productor Bronston; también macrosalas como el club Consulado, un punto hortera pero muy yeyé, así como la base de Torrejón, por donde entraba de todo.

P. ¿Cuáles fueron los grupos más importantes?

R. Había cientos. Los Brincos señalaron la cúspide de la música española de los sesenta. Yo soy coleccionista de discos y pocos conocen el ascendiente que tienen en Alemania o Japón, por ejemplo.

P. En Europa, ¿Madrid contaba algo entonces?

R. Claro que sí. Aquí tocaron grupos de la talla de The Kinks o Los Beatles, en agosto de 1965, en Las Ventas. Por cierto, había más policías que espectadores. Edgar Neville dijo entonces que con unos pocos más agentes podíamos haber ocupado Gibraltar.

¡Sólo para fans! Alianza Editorial. 3.600 pesetas. [Foto cedida por Información, de Alicante].

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