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Los mercenarios abandonan al dictador

Ramón Lobo

El comandante serbio Yugo, el carnicero de Kisangani y al que relacionan con las milicias de Arkan en Bosnia-Herzegovina, está desaparecido. Algunas fuentes dicen que él es uno de los 400 soldados extranjeros contratados para defender Kisangani (tercera ciudad en importancia del país), que han regresado a sus casas o se han buscado una guerra más rentable y en la que sean posibles las victorias.

En febrero, poco antes de la rápida conquista de Kisangani por los rebeldes, algunos franceses dejaron su puesto arguyendo estar mal pagados: sólo 2.000 dólares (unas 300.000 pesetas) al mes. El mercado de la muerte les da la razón. Según la revista New African, una de las más serias y fiables de todo el continente, los ucranios que bombardearon la selva de Sierra Leona -a sueldo de Executive Outcome (una empresa de mercenarios de Johanesburgo experta en África)-, cobraban seis veces y media más: unos 13.000 dólares mensuales (cerca de dos millones de pesetas).

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El jefe de los mercenarios en Zaire, el ex coronel belga Christian Tavernier, no se ha vuelto a dejar ver por los prostíbulos de Kinshasa, a los que era tan aficionado. Este dato casi banal abona la tesis de la retirada precipitada. Tavernier ya fue de los primeros en dejar Kisangani.

El pueblo de Mobutu

Otras fuentes dicen que parte de esos soldados de la fortuna se han ido, pero que otros se han parapetado en Gbadolite, localidad natal de Mobutu. Objetivo: evitar el golpe propagandístico de su toma. Allí, hace unos días hubo un accidente de helicóptero en el que fallecieron cuatro mercenarios serbios.Un tercer grupo afirma que el grueso está en Kinshasa y que serán los animadores de la "fiesta de despedida" del dictador, en la que preparan días de cuchillos largos. Varias fuentes afirman que en el hospital de Mama Yema (nombre de la madre del dictador) en Kinshasa hay varios serbios heridos. Pero nadie los ha visto. Son invisibles.

Eeben Barlow, el presidente de Executive Outcome ha negado en dos ocasiones, la última por carta a New African, que su empresa estuviera implicada en la actual crisis de Zaire. "Es cierto que fuimos invitados, pero no aceptamos", dice.

Fuentes diplomáticas se inclinan por la tesis de que ha sido el propio Mobutu quien ha contratado directamente a los mercenarios. Pero al trabajo le ha surgido una dificultad inesperada: el dictador carece de liquidez. No puede pagar. Mobutu ha perdido el control de las minas y las reservas del país están exhaustas. Sin dinero no hay soldados. Ahora depende sólo de sus desmoralizadas tropas.

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