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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Insuficiente

RENFE TERMINÓ su investigación sobre los gravísimos accidentes ferroviarios en Uharte-Arakil y Azuqueca de Henares con una conclusión tajante, aunque esperada. Como suele ser habitual, la compañía atribuye los descarrilamientos, que dejaron un trágico saldo de 20 muertos y 73 heridos, a "errores humanos". La compañía ferroviaria no parece albergar dudas en esta investigación que ha realizado sobre el funcionamiento de sus servicios y asegura que las instalaciones ferroviarias funcionaron correctamente en ambos accidentes.Pero las terminantes conclusiones de Renfe no son suficientes. En el caso de Uharte-Arakil es difícil probar que Ias instalaciones ferroviarias funcionaron correctamente"; los indicadores fiables disponibles permiten demostrar que el tren circulaba a 137 kilómetros por hora en un tramo con velocidad limitada a 30... y poco más. Las señales que gobiernan la circulación de la vía son visuales y no existe registro automático fiable de cuáles eran o cómo se cambiaron antes del accidente. Las declaraciones del maquinista del Miguel de Unamuno contradicen la versión oficial de Renfe, indican la escasa visibilidad de las señales y abren una duda razonable sobre la seguridad técnica del trayecto. Es un hecho que la línea ferroviaria Barcelona-Irún carece de los sistemas de control informatizados que garantizan la seguridad en otros trayectos.

En el caso de Azuqueca, el grado de certeza sobre lo que realmente sucedió es mayor, pero no total. Se ha podido comprobar, a través de las informaciones automáticas registradas en la máquina, que los sistemas de aviso de velocidad excesiva funcionaron. Renfe explica que "el personal de conducción no se apercibió de las indicaciones de las señales del itinerario de transición de la vía I a la vía II'; pero sigue sin aclararse la causa de tan grave desapercibimiento en un trayecto férreo sumamente automatizado y bien conocido, por más que fuera un ayudante quien conducía la locomotora en el momento del accidente.

El informe de Renfe confirma datos ya conocidos -la evidencia de que ambos trenes circulaban a una velocidad muy superior a la permitida-, pero contribuye muy poco a aclarar las causas últimas de ambas tragedias. Las declaraciones de los maquinistas y los ayudantes siguen siendo imprescindibles para desvelar los detalles que faltan en el rompecabezas. La investigación judicial de las dos catástrofes, que contará con informes independientes y de otras instancias de la Administración, debe aclarar esas causas últimas para que jornadas trágicas como las del 31 de marzo y 1 de abril no puedan repetirse y sean tan sólo un doloroso recuerdo.

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