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El Papa pide a Europa que se interrogue sobre su responsabilidad en el drama de Sarajevo

Juan Pablo II propuso ayer a Sarajevo como símbolo "del sufrimiento de toda Europa" y de todo el siglo XX. Pero, durante la misa multitudinaria, también pidió que el Viejo Continente se interrogue por sus responsabilidades en una tragedia que, dijo, deberá ser superada con el perdón, la tolerancia y la convivencia entre religiones. Los 40.000 fieles que le acompañaron ofrecieron un paradójico espectáculo de nacionalismo croata. Algunos monjes franciscanos bailaron en las tribunas envueltos en la bandera del país vecino.

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Olvidar, no; perdonar, sí

ENVIADO ESPECIALLa bandera de Bosnia-Herzegovina, el país virtual al que el Papa se dirigió en todos sus discursos y del que se despidió, por la tarde, al grito de "¡Nunca más la guerra!", desapareció ayer prácticamente del dramático escenario de este viaje. Cada uno de los miles de congregados en el estadio de Kosevo, junto a un imponente polideportivo hundido bajo las bombas y una serie de cementerios producto de la última guerra y de odios más antiguos -en uno de ellos reposa Gavrilo Princip, el hombre que, en abril de 1914, asesinó al archiduque Francisco José-, portaban, en efecto, casi invariablemente, dos banderitas: la croata y la de la Santa Sede.

Interrogante

Llegaron con el alba en 500 autobuses, procedentes de Croacia y de todo el territorio bosnio-croato, para cambiar el panorama de una ciudad engalanada con la bandera de la confederación bosnia y sin las enseñas vaticanas que siempre adornan estos viajes. El predominio de público demportación en un acto de una diócesis que, por sí sola, aloja a un número de católicos tres veces más elevado que el de los asistentes a la misa de ayer plantea un interrogante.Una posible respuesta es que, además de descontentos porque el Pontífice no viniera en 1994 -un sondeo local realizado estos días indica que el 50% de los encuestados piensa que esta visita papal ha llegado tarde-, los habitantes de Sarajevo se sienten muy lejos del fervor nacionalista que los franciscanos demostraron ayer en el estadio. Es también más moderada la jerarquía local, que, cuando se reunió con el Papa a la hora del almuerzo, dejó traslucir el conflicto que tiene planteado con estos monjes. El cardenal Puljic habló del "doloroso problema aún no resuelto entre la jerarquía y los religiosos franciscanos" y expresó el deseo de resolverlo "sin escándalo".

Pero el interrogante que Juan Pablo II planteó en su misa fue otro. "No se puede olvidar que Sarajevo se ha convertido en símbolo del sufrimiento de toda Europa en este siglo", dijo. "Lo fue en sus comienzos, cuando la I Guerra Mundial tuvo inicio aquí, y lo ha sido de modo diferente la segunda vez, cuando el conflicto se ha consumado completamente en esta región. Europa ha tomado parte en él como testigo. Pero debemos preguntarnos: ¿ha sido un testigo siempre responsable?".

"No es posible eludir esta pregunta", añadió. "Es preciso que políticos, militares, estudiosos y hombres de cultura taten de daros una respuesta. El deseo de todos los hombres de buena voluntad es que cuanto Sarajevo simboliza quede confinado en el ámbito del siglo XX, y que sus tragedias no vuelvan a repetirse en el milenio que está por comenzar".

"La Santa Sede", dijo en otro momento, "promueve el respeto de la igual dignidad de los pueblos y de su derecho a elegir su propio futuro. Al mismo tiempo, la Santa Sede trabaja para salvaguardar toda posible ocasión de solidaridad mutua en un clima de coexistencia civilizada y pacífica".

Los helicópteros de la OTAN, quemntuvieron una vigilancia constante y perfectamente audible durante toda la noche precedente, acompañaron estas palabras del Papa con atentas evoluciones sobre las colinas que rodean el estadio. Hacía un frío polar. Tormentas intermitentes de nieve y viento pusieron a prueba la resistencia de los fieles. Monseñor Marini, director de la liturgia vaticana, sujetó por el brazo izquierdo durante casi todo el acto a Juan Pablo IIque, al terminar la misa, tenía dificultades para hablar, como muchos otros que aguantaron dos horas y media de intenso frío. Más tarde, se le vio ecuperado cuando recomendó a los obispos que no dejen de defender a sus comunidades "por todos los medios" y cuando dijo a los líderes religiosos musulmanes que "ha llegado el tiempo de superar los odios y las venganzas que todavía dificultan el restablecimiento de una paz auténtica en Bosnia-Herzegovina".

Juan Pablo II se entrevistó antes con el metropolitano Nikolai, él primer encuentro entre, un Papa y un obispo ortodoxo de esta zona en los últimos 800 años. Vio también a Momcilo Krajisnik, el líder de la llamada República Serbia.

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