Voz propia
Una de las piedras angulares para la música de los próximos años muy probablemente se encuentre en Senegal. En aquel rincón de África se está gestando algo importante, y desde allí llega Cheilch Lò. Con uno de los discos más estimulantes del año pasado, Né la thiass, se presentaba en España.En sus canciones hay rastro de rumba zaireña, pachanga latina, reggae jamaicano..., y hasta algún eco lejano de blues o flamenco: un proceso sincrético que surge con absoluta normalidad. Y tras su voz de inflexiones árabes están los poderosos tambores de los wolofs, sabar y djembés, jugando con el tama, el parlanchín tambor de axila.
Nacido en "el país de los hombres íntegros", sus letras hablan de tolerancia y respeto; y su profunda fe religiosa no está reñida con cierta lucidez sobre la condición humana. Su aspecto puede recordar a los rastas; las trenzas y los remiendos coloridos son por causa de Cheikh Ibra Fall, una figura de las hermandades islámicas, que ya iba de esa guisa allá por los años veinte. Por desgracia, la etiqueta de lo africano, que durante una época sirvió de gancho exótico para convocar al público, parece haberse convertido ahora en una rémora. Quizá haya que replantearse el asunto. Ya lo dijo un sabio camerunés: primero soy músico y, después, africano. Cheilch Lò es un músico, y de los grandes.
Cheikh Lò
Centro Cultural de la Villa.Madrid, 11 de abril.
Babelia
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