Una oportunidad para conocer la pintura de Calsina
Una amplia selección antológica del pintor catalán Ramón Calsina (1901-1992), cuya interesante obra aún dista mucho de ser conocida por el público del resto de España, se puede visitar desde ayer y hasta el 10 de mayo en las salas del Centro Cultural del Conde Duque, de Madrid. De hecho, gracias al patrocinio del Banco de Sabadell, esta muestra, que consta de 76 obras, entre óleos y dibujos, no sólo es la más importante que se le ha hecho en Madrid, sino, a tenor de las circunstancias de las anteriores, la primera que podrá contemplarse como es debido.Como se recuerda en el catálogo, para hallar un precedente digno de mención al respecto, hay que remontarse a más de medio siglo, cuando el Círculo de Bellas Artes de Madrid le organizó una exposición en 1934, que lamentablemente coincidió con la célebre agitación revolucionaria de octubre de dicho año, lo que ciertamente no favoreció su repercusión pública, mientras que las restantes iniciativas de después de la guerra civil se quedaron todas, como quien dice, en agua de borrajas.
La exposición actual de Calsina combina obras de los años treinta con lo producido en las posteriores, aunque con particular énfasis en los últimos 25 años del pintor, que siguió sorprendentemente activo hasta casi el final de su vida.
A pesar de que la trayectoria artística de Ramón Calsina se dilató durante más de medio siglo -las primeras obras, desde el punto de vista cronológico, que se exhiben en esta muestra, datan del comienzo de los años veinte- no sufrió grandes variaciones.
Su lenguaje es deudor, sobre todo, de una estética de los treinta; esto es: es figurativo, de un realismo objetivo, pero en absoluto académico, pues las formas parecen rotundas, hinchadas, con una ligera remembranza a lo Léger, y el espíritu que las anima está dotado de un aire soñador y, a veces, algo burlón, que puede asociarse con una interpretación sui generis de cierto surrealismo. En todo caso, se trata de una pintura muy personal, fondo y forma, lo que explica su evolución sin sobresaltos.
Creo, en fin, que bien se considere desde la perspectiva de, nuestra vanguardia histórica, bien como un todo global, la obra de Calsina sorprenderá al público que no la conozca, pues posee una fuerza y un encanto muy sugestivos. En este sentido, esta antológica de Madrid nos ofrece una oportunidad que el buen aficionado no debe desaprovechar.
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