La conjura
La conjura empezó el fin de semana en el Ecofin de Noord w¡jk. Conjura contra el ingreso de Italia -pero también, si con viniese, de España- en el grupo de vanguardia del euro. Es un viejo objetivo, sí, pero la novedad es que se persigue de un modo distinto. Se trata de una conjura, pues se agazapa en el anonimato, emplea el rumor como arma y usa al mercado como ejecutor anónimo.Recurren a ella porque fracasaron, tras las oportunas protestas de los afectados, los tres intentos de ataque frontal lanza dos en el primer trimestre: el del ministro holandés de Finanzas, Gerrit Zalm, proponiendo una unión monetaria reducida a pocos países y criticando la "histeria" del Sur para acceder al euro; el de los banqueros alemanes, despedazando en Davos al Club Mediterráneo; el del "esta tuto intermedio" propuesto a ambos países en las páginas del Financial Times, un compás de espera de un año acompañado del compromiso de un rápido acceso, pero posterior.
Como se impuso a los periodistas pacto de silencio, no busquen nombres propios, maldito off the record. Pero los hechos cantan. Un alto representante de una Administración que leyó a Goethe, convoca una rueda de prensa sólo para los suyos. Y dice, apelando al anonimato: "La decisión [sobre las monedas que entrarán en el primer grupo del euro] puede sustraerse a los políticos" [el Consejo Europeo]. Los mercados los condicionarán. Añade: "La actual calma en los mercados es una calma engañosa", ergo hay que sacarles del engaño. ¿Cómo?. Filtrando maldades, para disuadir a los sureños, so pena de provocar que la mano invisible les retuerza y desboque el diferencial de sus tipos de interés. Esa conversación fue el primer acto. Seguirán otros.
Simultáneamente, el capitán de una institución que leyó a Rabelais, coincidía, también la lista de los países calificados no caerá del cielo [los 15 jefes de Estado o de Gobierno]. Los procedimientos que estamos poniendo en marcha [para la decisión final del consejo Europeo] no lo resolverán todo: habrá interacciones entre los datos de la economía, las posiciones adoptadas por las autoridades políticas, las reacciones de la opinión y las apreciaciones de los mercados". Segunda gota.
Tiran la piedra y esconden la mano. Pero ahí está la piedra, removiendo el estanque. Está en su prensa, nada de escándalos atribuibles, un goteo que se prefigura intenso, un mensaje permanente ¡a los mercados¡. Cuesta políticamente menos que éstos expulsen al garbanzo negro, y los líderes sólo deban luego ratificar la realidad, previamente forzada.
El diseño tiene variantes. Si los afectados aceptan para otoño quedar en segunda velocidad, parará el goteo. De lo contrario, arreciará, que se dén de bruces. El caso es evitar dilemas embarazosos al Consejo Europeo; luego, puede ser magnánimo. Sin lucha, la conjura ganará. Hay que tomarla en serio. Nada de ignorarla. ¿O quieren nombres?
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