Media hora y a dormir
El Deportivo estropea su buen juego inicial ante un Zaragoza que mereció el empate
Abandonados Madrid y Barcelona a fórmulas más expeditivas, el fútbol de toque, miniaturista y delicadamente construido, se juega ahora en La Coruña. No resulta extraño que con su nómina repleta de brasileños el Deportivo abandere en España la representación del fútbol suramericano de siempre. Bajo esa divisa, el Deportivo ofreció ayer media hora excelente que hizo concebir esperanzas de disfrutar de una tarde apoteósica. Pero en cuanto halló el gol, el Deportivo se dio al conformismo, consintió la recuperación del Zaragoza y acabó encomendándose al imprevisible Kouba, un saco de nervios en la primera parte y el hombre que salvó el empate en el tramo final.El partido echó a andar entre abundancia de piedras preciosas: los mil y un recursos de Rivaldo, los cambios de juego de Martins y hasta las irrupciones por la izquierda de un sorprendente Bonnissel. El gol se hizo esperar pero confirmó la autoridad del Deportivo en ese periodo.
En cuanto tomaron ventaja, los coruñeses parecieron agotar sus reservas vitamínicas. Perdieron la pelota, se dejaron arrinconar en las inmediaciones del área y hasta el final ya no volvieron a recuperar el hilo del partido. También Rivaldo se disipó con el resto del equipo y acabó escuchando algunas protestas por su excesivo individualismo, el único defecto apreciable en este futbolista fascinante.
El Zaragoza, que al principio tiritaba ante la menor acometida deportivista, empezó a sentirse cómodo con la propuesta de fútbol limpio y abierto que le planteaba el rival. Resulta casi inconcebible -y hasta cabría añadir que inadmisible- que un equipo de la calidad y el buen gusto del Zaragoza se esté debatiendo todavía en la zozobra de los puestos cercanos al descenso. Ayer sólo le faltó contundencia, pero por fútbol no mereció salir derrotado de Riazor.
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