Montoya, el talismán del Extremadura
El Extremadura protagonizó otra fiesta con Montoya de talismán. Desde que el electrizante y extrovertido portero argentino se incorporó, el equipo de Almendralejo no ha encajado un solo gol en el Francisco de la Hera. Ayer los azulgranas retomaron las buenas costumbres y convirtieron al Logroñés en carne de cañón para el descenso.
Ortuondo y Aimar se atrincheraron en posiciones tan distantes como enfrentadas. El técnico vasco abogó una vez más por el carácter lúdico que la Liga debe tener para los suyos: primero disfrutar y si se tercia ganar. Los jugadores azulgranas aceptaron la apuesta con la clave de siempre. Abrieron el partido con un ritmo trepidante, de acelerones. Un esquema claro, sin tapujos. Defensa en línea, con Basualdo y Pedro José de recaudadores de balones para que Silvani y Duré rematasen la faena.
La lesión de Markovic modificó el guión. El Logroñés perdió mordiente en el centro del campo y Basualdo se encontró cómodo entonces. Pedro José e Ito aprovecharon los espacios para manejar a su gusto el balón. Sin tanta presión el fútbol se hizo más vertical y así continuó en el segundo tiempo, con el Logroñés lanzado a por el empate y dejando al desnudo sus carencias defensivas. El equipo local se limitó a aguantar las tenues embestidas de los riojanos.
