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El Gobierno israelí considera la política árabe como una conjura para derribarle

Israel dijo ayer que los intentos árabes para aislar al Gobierno de Benjamín Netanyahu son parte de una conjura extranjera que busca derribarlo. El ministro de exteriores, David Levy, acusó a sus vecinos de recurrir a la violencia diplomática intolerable. El plan de "congelar" el proceso de acercamiento árabe-israelí y resucitar el boicoteo árabe, sepultado hace dos años, fue adoptado por ministros de la Liga Árabe en El Cairo el sábado y aprobado ayer.

Egipto, el país que desde 1979 mantiene una paz formal pero fría con Israel, promovió la idea tras un acelerado distanciamiento con su vecino desde la elección de Netanyahu en mayo pasado.La restitución del boicoteo árabe, aprobada formalmente anoche en El Cairo es un triunfo para Siria, para el presidente palestino Arafat y para los propios egipcios. También introduce una inesperada dimensión al conflicto que, desde hace 12 días, palestinos e israelíes libran en las calles a raíz de la política expansionista de Netanyahu en Jerusalén. La tensión creció ayer en Cisjordania después de la demolición punitiva de una casa en la aldea de Zurif donde vivía el palestino Musa Ghneirnat, el kamikaze que mató a tres israelíes en un café de Tel Aviv el 21 de marzo.

Si bien los aspectos técnicos y la envergadura del nuevo boicoteo árabe están difusos, la preocupación israelí era ayer ejemplo de nitidez. David Bar Ilán, el principal portavoz de Netanyahu, declaró a la agencia que la medida marca un retorno a "los actos de hostilidad" y una renuncia "a acudir a la mesa de negociaciones para dirimir diferencias". El banco central israelí expresó preocupación por los efectos de un abrupto frenazo a los negocios con los vecinos y socios naturales de Israel.

Desde el proceso de paz iniciado en Madrid en 1991, Israel ha firmado la paz con Jordania, fortalecido sus contactos con Marruecos, establecido vínculos comerciales con Túnez, y sentado las bases para lucrativos contratos con los millonarios emiratos de Omán y Qatar en el Golfo Pérsico. Esa primavera diplomática se ha ampliado a Turquía, Asia Central y otros países musulmanes ansiosos de cosechar "los frutos económicos de la paz".

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