Fernando Quiñones se retrata en una novela "de duplicidades"
Novelista, poeta, cuentista, dramaturgo, columnista, flamencólogo, crítico taurino, autor de unos 40 libros, 200 relatos y miles de poemas, Fernando Quiñones (Chiclana de la Frontera, Cádiz, 1930) es una de las voces más prolíficas de la literatura española. También una de las más peculiares. Lo reconoce él mísmo con ironía de la bahía: "Yo he sido, he vivido y he escrito a caballo de Borges [que destacó al autor de La canción del pirata como uno de los mejores cuentistas hispanos] y del cantaor analfabeto". Como nueva prueba de esa dualidad de pasiones, ahora llega su última novela, El coro a dos voces (Anaya & Mario Muchnick), que fue presentada ayer en el Ateneo de Madrid por Pedro Laín Entralgo y que Quiñones define como "un autorretrato marcado por varias duplicidades".
La primera "y más llamativa" de esas dualidades es, según coincidieron en señalar el autor de Las mil y una noches de Hortensia Romero y el académico, "la combinación del lenguaje culto y literario con el popular". Se trata de andar el camino textual "con un botín de lujo y una alpargata", lo que para Quiñones "no es mérito, sino imposición del destino: culmina un proceso que nace en mí a los 14 años, cuando pasé, por un terremoto familiar, de estudiar en el mejor colegio de Cádiz a arrastrar cajas de pescao por el puerto".
La segunda dualidad de El coro a dos voces es, según Quiñones, la doble posibilidad de afrontar la lectura. Los 16 capítulos "se pueden leer sueltos, independientes", o seguidos, como una novela, "casi como una novela normal, aunque más pálida". Y la última dualidad está marcada por la mezcla de realidad y fantasía. Quiñones, que ha trabajado en la elaboración de la novela durante los últimos tres años, dice haber intentado no ponerse "aburrido o experimentalista", ni caer en "ajedreces complicados", sino "resultar ameno y fácil de leer". Un "hilo guadiánico", según explicó Laín Entralgo, une ficción y autobiografia: las referencias, directas o indirectas, a la vida y la obra del escritor Joaquín Quintana, evidente alter ego de Quiñones -"cualquiera se da cuenta"-, al que el lector conoce a los 11 años.
Cádiz sobre todo
Pero sobre lo anterior una presencia une todo: Cádiz. Para Laín, "Quiñones retrata su ciudad desde todos los niveles posibles, a través de todas las clases: la popular, la burguesa y la más alta". Cádiz y Quiñones se quieren desde los tiempos en que el poeta barbudo y extravagante limpiaba los cartones de las playas. Y siguen fieles. El escritor sigue haciendo los lunes su columna en el Diario de Cádiz, viviendo allí "retirado del flamenco y preñado por la narrativa y la poesía, levantándome a las cinco y media de la mañana para escribir". Y muy bien de ánimo, explica: "Ya era hora de que empezara a estar delicado de salud. Han sido 67 años sin un dolor de cabeza. Y después de haber vivido cuatro vidas en vez de una, me quedo más tranquilo. No es por presumir, pero salvo notarios en edad de merecer y militares vigorosos, uno ha probado casi todo".
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