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Acunados por la historia

La Universidad de Alcalá alberga a los profesores en un edificio del siglo XVI

Un pantocrátor bendice a los inquilinos de la residencia San Ildefonso, 42 habitaciones inauguradas este mes y destinadas a dar posada a cualquier persona que tenía una relación temporal con la Universidad de Alcalá de Henares (163.000 habitantes). Aquellos que se desplacen a la ciudad a impartir clase, estudiar español en la escuela para extranjeros, o formar parte de un tribunal de oposiciones podrán alojarse en esta residencia situada en el interior del colegio de San Ildefonso, conocido como la Cisneriana, un edificio construido por el arquitecto Gil de Hontañón en 155 3.El altorrelieve de Dios preside la fachada, declarada Mbriumento Nacional y candidata a ser designada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco (organismo de Naciones Unidas para la educación y cultura).

Los aposentos son austeros, pequeñas habitaciones con baño amuebladas con una cama, una mesa para estudiar y un armario. Sorprende un poco, porque San Ildefonso, por su entorno privilegiado y el ambiente que se respira en sus pasillos abovedados, se parece más a un parador nacional que a una residencia universitaria.

Dormir acunado por la historia es barato: 4.500 pesetas por noche, por cada seis jornadas y se regala una. Para estancias más largas, caso de los profesores de idiomas extranjeros como el árabe, hay una tarifa mensual de 45.000 pesetas. Incluye la limpieza de la habitación durante los días laborales y desayuno.

Crusa, la sociedad anónima creada por la Universidad cuando se edificaron las 200 viviendas para profesores y estudiantes del campus, se encargará de la gestión de esta residencia. Su primer objetivo será recuperar los 30 millones que costó la rehabilitación de las dependencias, que antes ocupaban los alumnos del Instituto Nacional de la Administración Pública. Como las viviendas del campus están a un 100% de ocupación, Crusa cree que podrá recuperar lo invertido en un año.

La residencia está en el patio de Filósofos, el más verde de los tres que alberga este edificio, donde cada abril se entrega el premio Cervantes . Ya en su habitación, los huéspedes podrán elegir entre escribir una carta mirando por la ventana cómo florece la aliaga o ver alguno de los canales de televisión que les acercará la antena parabólica.

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