Discriminación
Quisiera hacerle un breve comentario en relación con una noticia aparecida en las páginas de la sección de Madrid el pasado jueves día 6 de febrero. La información publicada se refería a la iniciativa de la tuna de la Facultad de Derecho de la Universidad Complutense de Madrid, que ha prestado el cuarto en el que ensaya como sala de estudio sólo para mujeres.No me dirijo a usted para hacer consideraciones sobre la pintoresca discriminación positiva, muy propia de una tuna, aunque se dé como excusa el que las alumnas sean más tranquilas y hablen menos -posiblemente esto es cierto-, sino porque el redactor o redactora de su periódico decía- textualmente: "Alumnos de Derecho abren una biblioteca de chicas".
Yo trabajo en una biblioteca, y me da bastante pena que la mayoría de la sociedad, que generalmente es la que mantiene nuestras instituciones y a la que servimos, nos considere como meros lugares silenciosos donde se puede estudiar con tranquilidad. Los libros, las bases de datos, el acceso a Internet que cada vez más bibliotecas ofrecen, no sirven e incluso sobran; sólo las amplias mesas, el silencio, la calefacción; en definitiva, un lugar confortable donde extender los apuntes. Y me parece lamentable que un medio de comunicación tan influyente como es el Diario EL PAÍS caiga en el mismo error llamando biblioteca al cuarto donde ensaya la tuna de Derecho sólo porque durante unas semanas se va a abrir para que allí estudie la gente.
Me gustaría que los potenciales usuarios de las bibliotecas, sean los alumnos de una universidad. o bien todos los habitantes de un municipio, no confundiesen biblioteca con sala de estudio, que son dos cosas muy diferentes. Yo comprendo que en esta época de exámenes los alumnos necesitan espacios para estudiar, pero ése es un servicio que a las bibliotecas propiamente no les corresponde dar, aunque todo el mundo crea lo contrario. Y para que la gente empiece realmente a saber para qué sirve una biblioteca, quizá sean ustedes los primeros que deben informarles bien.
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