Lo que quieren son cabras
Todo ese cisco que han armado los taurinos con la huelga, toda la grandilocuencia que emplean para justificarla, no tiene, otro objetivo que legalizar la cabra. Eso es lo que quieren: la cabra. Dicho sea con perdón de las cabras. El toro que pretenden imponer los taurinos es el de Valencia; un animalito sin fuerza ni agresividad, los pitones en su mínima expresión. La, Comunidad Valenciana cedió y el resultado se vuelve contra, ella. Por salvar su feria destruyó la fiesta. Y ahora mismo la pérdida de afición adquiere proporciones alarmantes. El triunfalismo que se pronuncia desbocado en la plaza no puede ocultar la crisis que atraviesa en Valencia la fiesta de los toros.A los taurinos les importa poco. Los taurinos siguen queriendo meter de matute la cabra y ayer hubo gran baille de corrales, toros que iban y venían, presiones por todos lados, los veterinariós al borde del ataque de nervios, paria remendar una corrida en la que abundaron los animales sin trapío, los inválidos y los sospechosos de afeitado. Unos sospechosos de afeitado que saltaron a la arena bajo la responsabilidad de los ganaderos y cuyos astas se analizarán cuando haya nuevas técnicas del agrado de las taurinos; o sea, el día del Juicio.
Puerto/Rincón, Barrera, Puerto
Toros de Puerto de San Lorenzo (cuatro rechazados en el reconocimiento): 5º bien presentado y encastado, 6º sin trapío, anovillado, inviálido y borrego. De Valdefresno: 1º anovillado impresentable, devuelto por inválido; 2º igual de impresentable, con casta; y terciado, flojo, manejable. 4º de Pedro y Verónica Gutiérrez, con trapío, inválido total. Sobrero de Daniel Ruiz, anovillado impresentable, manso, sacó genio. Varios se lidiaron bajo responsabilidad del ganadero por sospecha de afeitado. César Rincón: pinchazo y esucada (silencio); estocada corta, rueda de peones -aviso- y dobla el toro (vuelta). Vicente Barrera: pinchazo y estocada (petición y vuelta); estocada corta ladeada trasera y rueda de peones (oreja). Víctor Puerto: pinchazo,estocada caída y rueda de peones (ovación y salida al tercio); pinchazo y estocada (oreja). Plaza de Valencia, 16 de marzo. 10ª corrida fallera. Tres cuartos de entrada.
Un pan como unas obleas ha hecho la Generalitat. De entrada los taurinos se le han subido a las barbas y no paran de plantear problemas. Luego acabarán saliéndose con la suya pues -sus corruptelas ni las imagina el. público, generalmente desinformado y triunfalista. Ahora bien: tampoco es ese el estado de la cuestión, no vayan a equívocarse.No se trata de que haya una nueva afición a la que complacen los toros tipo cabra y los toreros tremendistas; se trata de que no hay afición, precisamente. Y el público actual de toros es gente que va una vez en su vida -esa-, arma él alboroto y no vuelve.
Al público actual de toros le da igual toro que tora, trapazo que derechazo, corte que cortijo. Al público actual de toros le sacan por los chiqueros una burra, le dicen' que es Miura, y se lo cree. Y es comprensible: como no ha visto nunca ni toro ni toreo, el animal con cuernos y el torero delante le producen escalofríos. Si además el torero se pone de rodillas, da por cierto que se va a suicidar.
. Es lo que sucedió con Víctor Puerto que, harto de pegar pases a la última burra, incluidos varios circulares de espaldas, se tiró de -rodillas y provocó el delirio. Entre aclamaciones salió Víctor Puert o, pese a la ruina del novillejo al que hizo la faena y pese a que la de su toro aniterior, bien empezada y vulgarmente concluida, careció de relieve.
César Rincón no'triunfó y ya era dificil con semejante ambiente. Desbordado por el be-cerrote sobrero, que sacó genio, hizo larguísima faena al cuarto, que se desplomaba continuamente. El toreo al revés.
Vicente Barrera fue el segundo triunfador aunque por distinto motivo. Vicente Barrera, que toreó vertical pero sin hondura ni temple, triunfó por ser valenciano, y aquí no hay más que hablar. Además se ganó el olé de la tarde. Acaeció en el quinto toro. Brindó Barrera al público, tiró la montera y como cayó boca abajo, la plaza prorrumpió en un estruendoso ¡olé! Ni Pepe Luis la tarde histórica de Valladolid logré escuchar olés semejantes. El propio toro debió. quedar maravillado pues se acercó a la montera y la lamió a gusto.
¡Oh tauromaquia! Ni el Cúchares ni ningún padre de la tauromaquia habrían imaginado que acabaría siendo la fiesta del brindis, de la montera boca abajo, del olé y de la cabra.
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