Major lanza su campaña electoral en un clima de derrota
El primer ministro británico, John Major, inauguró ayer en la práctica, aunque no de forma oficial, la campaña electoral tory con un discurso de escasa brillantez ante el consejo del partido conservador, en Bath. Pero sus esfuerzos por restaurar la confianza de sus militantes que daron ahogados por el griterío de las mil y una voces que en las últimas 24 horas se han alzado dentro del partido presagiando una inminente catástrofe. El clima de derrota anticipada es tal que la reunión de Bath parecía más interesada en la sucesión de Major que en cómo ganar las elecciones.Con grandes dosis de profesionalidad, Major volvió a ofrecerse desde la tribuna de oradores como un líder político experimentado dispuesto a gobernar el Reino Unido otros cinco años más. "A los que reclaman el cambio les pediría que busquen otro país donde se viva mejor que aquí", dijo el primer ministro. Los aplausos sonaron débilmente cuando Major hizo hincapié nuevamente - en los éxitos económicos de la Administración que ha dirigido durante siete años. Puede que la familia media británica tenga ahora mil libras más en el bolsillo que en 1992, pero diputados y militantes de base del partido conservador se ven ya, a cinco semanas del día electoral, apeados de un poder que ha durado para los tories 18 largos años.El comienzo de la reunión se vio ensombrecido por la publicación en el semanario prolaborista Tribune de unas declaraciones de la ex primera ministra Margaret Thatcher, en las que daba el visto bueno al líder laborista Tony Blair. "No creo que Blair decepcione al Reino Unido", declaró. la baronesa Thatcher al director del diario conservador The Times, Peter Stothard. Éste publicó el comentario en un largo artículo político el pasado sábado, pero se guardó muy mucho de desvelar la identidad de su autora. Esa misión quedó a cargo de Tribune.
Horas después de que apareciera en la calle la revista, varias figuras del partido se atrevían a hacer análisis públicos de lo que será el día después de una victoria laborista. Por ejemplo, la diputada proeuropea Edwina Currie, antigua viceministra de Sanidad, no precisamente famosa por su discreción, admitió en una entrevista de radio que si el partido pierde las elecciones "tendrá que haber un concurso sucesorio cuanto antes", en el cual Currie no desea ver a su actual jefe. "Si las cosas son así, yo le diría: por favor John, no nos tengas esperando".
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