Largo aburrimiento
Dos horas y media sentados en la frialdad berroqueña del tendido son muchas horas, por muy primaveral y soleada que luzca la tarde. Dos horas y media para ver a tres novilleros son un tiempo excesivamente prolongado, por muy animosos y bullidores que resulten los toreritos.Los novillos de Matilla de los Caños no presentaron muchas dificultades. Sólo el primero, que no humillaba, resultó incómodo para su matador, Curro Díaz. El novillero andaluz intentó hacerlo todo y no todo le salió bien. Su faena careció de imaginación, perdida en un torrente de derechazos. Sufrió hasta tres desarmes y el trasteo, se fue por el túnel de la vulgaridad. Con el sobrero -sustituto de un alipio que se estampó contra las tablas y se rompió un cuerno por lo que fue devuelto antirreglamentariamente- volvió a echar mano de la voluntad y el coraje pero no pudo evitar que el animal terminara en tablas.
Alipio / Díaz, Urdiales, Pacheco
Novillos de Alipio Pérez Tabernero (uno devuelto al inutilizarse), bien presentados, flojos, mansurrones; 2º y 5º nobles; 4º sobrero de Alejandro Sánchez, manso e incómodo.Curro Díaz: estocada desprendida (palmas); estocada saliendo prendido (vuelta protestada). Diego Urdiales: debutante, dos pinchazos y estocada caída (vuelta); aviso antes de entrar a matar, pinchazo, estocada delantera y dos descabellos (vuelta protestada). Carlos Pacheco: bajonazo y cinco descabellos (silencio); bajonazo (silencio). Plaza de las Ventas, 9 de marzo. Media entrada.
El diestro riojano Diego Urdiales maneja muy bien el capote. Con la muleta torea despegado, fea colocación que desluce su buen hacer. En los derechazos finales de sus faenas le gusta cimbrearse, a la manera de Enrique Ponce. Al quinto le sacó algunos excelentes derechazos, con plasticidad y un par de vistosos naturales. Tiene el vicio de alargar las faenas y no le ha cogido el tranquillo al manejo del acero.
Carlos Pacheco ya conoce el triunfo en Madrid, pero en este festejo no ha podido salir con la cabeza muy alta. Encimista, perfilero y sin mandar, resultó vulgar y aburridísimo. Mal asunto.
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