Tom Ford hace volver a los ochenta a la mujer del fin del milenio
Todo fue según lo anticipado durante los primeros días de la propuesta otoño-invierno 1997-98 de la Milano Colezzioni Donna, que se celebró entre el día 1 y el 9 de este mes y organizó la Cámara Nacional de la Moda italiana. Desfilaron 75 firmas y otras 30 presentaron showrooms. Pero las ideas del texano Tom Ford para la firma Gucci ofrecieron al final un sorprendente retroceso a los años ochenta destinado a la, mujer del fin de milenio.Sobre las pasarelas de Milán se fue perfilando la imagen de una mujer sutil y refinada, con silueta lánguida. Predominaban los largos, hasta media pierna y tobillo, y las superposiciones de dobles capas de gasas y chifones de sedas transparentes, combinadas con túnicas o jerseys en punto de lana o terciopelo con cortés asimétricos. En lo que respecta a detalles: bordados de pedirería, brocados, estolas, boas de plumas al cuello, maxiabrigos sobre trajes más cortos, juego de contrastes entre telas mates: tweeds de lana con otros de brillos, como lurex o tafetanes de seda, a la manera de Armani para su línea emporio. Colores destacados: chocolate, granate, grises, azul marino, verde botella y negro básico. Pero todo esto fue el aperitivo del tan esperado desfile de Gucci, que se convertió en bocato di cardinale gracias a su director creativo, el texano Tom Ford, que ha revolucionado la legendaria firma.
De pronto todo dio un giro de 90 grados. Ford dejó caer la bomba lanzando, como misiles sobre el escenario, top models con paso firme (a pesar de los puntiagudos zapatos de tacón de aguja de acero de 12 centímetros), agresivas, dinámicas, seguras de sí, en lo que se puede definir como un estilo chic duro, que refleja los años 80 reconvertidos a los 90.
Espaldas potentes y cuadradas por hombreras compactas (para alegría de las españolas, que se resistían su desaparición). Pantalones con aire masculino y bajos de cadera; ajustados minisastres en napa gris plomo; microfaldas con aberturas y semitransparentes jerseys de punto negro, a los que se añadían abrigos entallados en estrambe y piel de caballo, napas y chaquetones de forro ceñidos y de colores brillantes, siempre con tacones de aguja sin, medias.
Por su parte, Dolce & Gabbana se inspiraron en prendas eclesiásticas para largos abrigos entallados, sotanas con pantalones, camisa blanca y corbata. Gianfranco Ferre resaltó chaquetas tipo quimono en terciopelo acolchado y tafetanes de seda. Y Gianni Versace presentó vestido largos y cortos con aplicaciones de pedrería en formas geométricas.
Babelia
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