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Desaparece un líder checheno que investigaba a criminales de guerra rusos

Pilar Bonet

Usmán Imáyev, uno de los líderes independentistas chechenos que se ganó su lugar en la historia al firmar el primer acuerdo de paz con Rusia en el verano de 1995, ha desaparecido misteriosamente y, de no estar muerto, podría encontrarse en una cárcel rusa o en manos del Servicio Federal de Seguridad de Rusia (SFS), según su padre, Kasim, que le busca infructuosamente en Moscú. Imáyev, según recogió el escritor Juan Goytisolo días antes de su desaparición, elaboraba una lista de criminales de guerra rusos.

Imáyev, el ex fiscal general de Chechenia, se marchó del hogar paterno en el pueblo de Kularí (al suroeste de Grozni) el 17 de julio de 1996. Fue visto con vida por última vez cuando se subió a uno de los dos coches que le esperaban (un turismo y un jeep del Ejército ruso sin placas de identificación) en un cercano puesto de control de las tropas federales rusas. Su caso puede ser el de uno de los 1.380 chechenos desaparecidos durante la guerra y que pueden estar muertos o en prisiones de Rusia.Imáyev nació hace 40 años. Su desaparición es un tema del que apenas se ha hablado. Los representantes chechenos parecen incómodos cuando se refieren al ex fiscal, que fue uno de los más íntimos colaboradores del general Dzhojar Dudáiev. Imáyev acompañó a este líder en 1993 en una gira -en busca de armas a cambio de petróleo- que comenzó en Estambul y les llevó a París, pasando por Alemania y Austria. Aquel periplo fue pagado por los "socios" franceses, relacionados con la industria de armamento, y desarticulado por los servicios de seguridad rusos, según el mismo Imáyev contó a esta corresponsal.

En julio de 1995, Imáyev fue el primer dirigente del equipo negociador checheno en las conversaciones de paz que siguieron a la toma del hospital de Budiónnovsk por el grupo guerrillero de Shamil Basáiev. Dudáiev, sin embargo, cesó a Imáyev, aparentemente molesto porque éste había rebasado sus competencias al firmar un acuerdo militar con los rusos. El ex fiscal se retiró entonces discretamente de la primera fila política. Vivía en Kularí, estudiaba el islam y ayudaba a liberar prisioneros. Sus últimas actividades quedaron documentadas por Juan Goytisolo pocos días antes de su desaparición (véase El PAÍS del 6 de julio de 1996). Imáyev, escribió Goytisolo, "establece, sin grandes esperanzas en los resultados, una lista de crímenes de guerra del ocupante". Tal vez ahí esté la pista.

El día que desapareció, Imáyev recibió dos notas escritas a manos por el teniente coronel del Ministerio del Interior de Rusia que dirigía el puesto de control en las inmediaciones de Kularí. En la primera nota, el teniente coronel, que firmaba Almaz (diamante), le proponía acudir a una cita con el general Alexandr Lébed, entonces secretario del Consejo de Seguridad de Rusia. Nunca existió tal cita.

La segunda nota la recibió cuando se disponía a comer. Se la metió precipitadamente en el bolsillo y, sin documentos y sin probar bocado, salió camino del puesto de control con un guardaespaldas. Le esperaban los dos coches con ventanas ahumadas. Debía de conocer a alguno de los que estaban en el interior del turismo y se subió a él. Uno de los pasajeros -un checheno- dijo al guardaespaldas que se marchara, que Imáyev estaría de vuelta al cabo de tres horas. Más tarde Almaz le dijo a Kasim que los visitantes se habían presentado como "gente del Servicio Federal de Seguridad [de Rusia]".

En Moscú, Kasim ha recurrido a los "contactos" de su hijo, entre ellos agentes chechenos del FSB, para buscarle. Los resultados son descorazonadores. No consta que esté en la prisión de Lefórtovo, aunque "alguien muy bien situado" dijo haberle visto allí. Las pistas le llevan ahora a Rostov, el centro del Distrito Militar del Cáucaso, donde podría estar preso.

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[Funcionarios rusos y chechenos informaron ayer de avances en sus conversaciones sobre las futuras relaciones de sus respectivos países, informa Reuter. Las mismas fuentes aseguraron que esperan firmar un acuerdo antes del próximo día 10 y acabar así con el enfrentamiento.]

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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