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Los médicos permiten exportar el semen de su marido muerto a la británica que desea tener un hijo

Isabel Ferrer

La Asociación Británica para la Fertilización y Embriología Humana, encargada de supervisar estos tratamientos en el Reino Unido, autorizó ayer a Diane Blood a exportar el semen congelado de su marido para intentar una fecundación asistida en Bélgica.

La demandante perdió a Stephen, su marido, hace un año y carece del permiso escrito necesario para concebir así un hijo de un varón muerto. Después de prohibirle cualquier intervención médica, la asociación ha decidido que puede viajar, pero considera su situación excepcional y espera que se repita algo parecido.

Diane Blood, de 31 años, tiene previsto acceder en los próximos días a un hospital belga, donde deberá solicitar la autorización de su comité de ética. Los ginecólogos ya le han dicho que están dispuestos a ayudarla. Según ella, tener un hijo póstumo le ayudará a honrar la memoria de su esposo, que deseaba tener descendencia. Las críticas de índole moral vertidas contra su solicitud han recordado que para extraer el semen de su cuerpo en estado de coma, fue preciso someterle a electrochoques en los genitales.

El capítulo legal ha sido distinto. Después de chocar contra la negativa de la asociación, el Tribunal de Apelación de Londres la autorizó hace tres semanas a exportar el semen de su marido. Según los jueces, "tiene derecho a solicitar atención médica en cualquier país de la UE". No obstante, los jueces advirtieron, al igual que los médicos, que esto no debe ocurrir de nuevo.

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